16/Apr/2024
Editoriales

Nadie sabe para quien trabaja

Todas las revoluciones cambian el orden preestablecido. Sin embargo, para que una revolución trascienda a su tiempo, debe cambiar el orden de las cosas para que el pueblo mejore, entendiendo por pueblo a todos, no sólo a la mayoría. Lo malo de las revoluciones es que en el discurso se oyen bonitas pero son luchas fraticidas que siempre son desagradables. Suele suceder que al final terminan siendo exactamente lo que decían detestar al principio.

La revuelta de la Noria, por ejemplo (1871), fue encabezada por el general Porfirio Díaz para impedir que Juárez se postulara de nuevo a la Presidencia de México invocando una interpretación de la ley que veía esto como una reelección. No prosperó, pero luego de muchas intentonas Díaz dividió al país para llegar a la presidencia pero se quedó en el poder tres décadas, reeligiéndose ad infinitum. Desde luego que hay muchos otros ejemplos. La Francia revolucionaria se dividió entre los revolucionarios que odiaban a los monárquicos y al derrotarlos su lucha siguió entre ellos mismos acusándose unos a otros de ser proclives a la monarquía. Saint Just acusó a Dantón, estimulado por Robespierre, de pensar contrario a la revolución y Dantón fue guillotinado. Por cierto, Dantón pidió que su cabeza fuera exhibida en público y que le dieran sus testículos a Robespierre, pues los iba a necesitar.

Cierro paréntesis. Sin embargo, días después, Saint Just y Robespierre fueron también decapitados debido también a acusaciones baladíes. El odio de los revolucionarios contra los monárquicos era tan grande que debilitaron a la nación, propiciando que Bonaparte tomara el poder y se convirtiera de facto en monarca, gracias a la revolución anti monárquica. Sin embargo, los mexicanos desmemoriados permitimos que desde la presidencia nos dividan -debiliten- reduciéndonos a la categoría de conservadores y pueblo bueno, o entre chairos y fifís. Lo que sigue es sencillo de pronosticar: vendrá un dictador vitalicio a asentarse en la presidencia. ¿Vendrá?