El filósofo y matemático griego Pitágoras (569 aC - 475 aC) fue realmente un reformador si le damos a este término su acepción más amplia y elevada. Porque su tarea se encaminaba a establecer un nuevo orden racional y científico inspirándose en las leyes inmutables de la naturaleza. Ciertamente antepuso las matemáticas para descifrar la armonía de las esferas, la grandeza de la física, la biología y demás ciencias del saber de las que dimanan las leyes que rigen el mundo. Pero su verdadera intención siempre fue dar al hombre y sus sociedades fundamentos conforme a las leyes naturales. No en balde decía que “vivir según la naturaleza es vivir según los dioses”. Para ello recomendaba a la agricultura como un símbolo precedente, que apartaba a los hombres de los sacrificios sangrientos, ofreciéndole a esos dioses víctimas de pasta, pues desde que estuvo en Egipto aprendió a inmolar un toro hecho de harina, interpretando así Ne sine farina sacrificato, que es “no hagas sacrificios sin harina”. El llamado pitagorismo es toda una corriente filosófica mucho más amplia que su famoso principio matemático del Teorema de Pitágoras que resuelve algebraicamente desde aquellos lejanos tiempos las características del triángulo.