01/May/2024
Editoriales

¿Somos un país - opereta?

En tiempos que las redes sociales informan -y desinforman- más rápido que los medios de comunicación, vale preguntarse por qué se molesta tanto el presidente cuando lo critican los periodistas.

Dedica generalmente buena parte de sus onerosas conferencias mañaneras a atacar a Carlos Loret, a Brozo, al periódico Reforma, y a medio mundo informativo.     

Decía Octavio Paz que las sociedades modernas, al extirpar la crítica, pierden el espíritu, pues ésta y el análisis, son indispensables para diseccionar la realidad, para decir lo que está atrás de lo que el poder oculta, para oxigenar los sótanos, para acabar con los armarios. 

El verdadero trabajo del periodismo es desnudar, nunca ocultar, por eso Daniel Cosío Villegas quería que la vida pública fuera realmente pública.

Pero todo cambió con La Red. Los medios de comunicación han dejado de tener el monopolio de acceso a la opinión pública, pues Facebook, Instagram, Twitter y Watsapp tienen una súper cobertura; ahora el criterio de interpretación de las noticias lo tiene cada ‘amigo’, ‘contacto’ o ‘seguidor’. 

Alain Minc en su libro La borrachera democrática, publicado hace 27 años, dice que los poderes tradicionales –legislativo, ejecutivo y judicial– fueron sustituidos por otra tríada de poderes fácticos: la prensa, los jueces y la opinión pública (los sondeos).

Pero Minc no tenía idea de cómo se afincaría en la médula de la opinión popular un video bien hecho aunque sea mentira, pues ser Fake News no importa si proporciona un desahogo o genera una carcajada al recipiendario. 

Además no sabía que el Legislativo y el Judicial regresarían -o al menos eso se pretende-, como antes de la República, a depender del Ejecutivo. 

Si el señor Presidente acusa de traición a la patria a los diputados que osaron votar en contra de una iniciativa suya, el paso siguiente es acusar también a quienes no fueron a votar por la fallida revocación.

Así que entre periodistas independientes, legisladores autónomos y votantes que optaron por no votar, como que obligan a la conversión del nuevo Aeropuerto Felipe Ángeles en una gran Penitenciaría en donde se pueda acomodar la primera comalada de soñadores presos por el delito de nunca entender su papel de ser actores en una opereta que aún faltan dos años y medio para que baje el telón.