Hablar de Francisco Villa es hacerlo de una legendaria figura de la revolución, la más famosa de todas. Era odiado por sus fechorías, pero se convirtió en héroe gracias a ellas, al grado que en Estados Unidos tenía muchos seguidores. Lo admiraban por su osadía en el campo de batalla y por sus aventuras amorosas que, en ese país, siempre han provocado embeleso; había gente que se divertía esparciendo exagerados rumores de sus hazañas al respecto. Villa fue un tipo fuera de serie que enfrentó al jefe máximo de la revolución Venustiano Carranza. Y aunque en otoño de 1915, las fuerzas carrancistas derrotaron en el bajío a su famosa División del Norte obligándola a dispersarse, el 9 de marzo de 1916, Pancho Villa atacó a la ciudad de Columbus, Nuevo México, provocando un conflicto internacional, y el presidente Wilson -que se había declarado admirador de Villa- envió diez mil efectivos a cazarlo, equipados con las armas más modernas, y dirigidos por el heroico general Pershing acompañado de periodistas en la llamada Expedición Punitiva, que era una franca abolladura a la soberanía nacional.
Con esto Carranza quedaba muy mal ante los mexicanos y el mundo porque, o tenía temor de enfrentar a Estados Unidos, o estaba de acuerdo con Wilson, y esta era la intención del audaz Pancho Villa. El valiente y simpático revolucionario mexicano fue perseguido por la sierra de Chihuahua, y su rostro aparecía en los famosos carteles norteamericanos de “Se Busca” ofreciendo una recompensa de 50 mil dólares a quien diera información útil para capturarlo. En ese momento la mayoría de los mexicanos perdonaron a Villa sus bandolerismos porque se enfrentaba solito al poderoso ejército estadounidense. Los campesinos, a pesar de la fortuna que ofrecían para dar pistas de Villa, nunca orientaron correctamente a los sabuesos norteamericanos generando movilizaciones de aviones y tropas en falso.
Pasado medio año, Wilson desesperó y envió a Chihuahua cualquier cantidad de soldados hasta que, entrado el invierno sin capturar a Villa, la prensa y el pueblo de Estados Unidos se pitorreaba de su Gobierno, renaciendo las simpatías por Villa. Lo terrible para Wilson fue que hubo de ordenar a Pershing que regresara, y lo peor vino cuando retornaban las tropas norteamericanas pues tuvieron que darle la espalda a Villa, y este los persiguió empeorando más la situación de Wilson, que ya lo que quería era frenar el desgaste político por dos causas: un posible enfrentamiento con Alemania y su campaña en pos de la reelección. Después de la “Expedición Punitiva”, el triunfante Villa reunió de nuevo a sus hombres y tomó el 5 de noviembre la ciudad de Parral, haciendo huir a la guarnición carrancista y a finales de ese mes ocupó Chihuahua. Y esto es sólo una parte de las hazañas de Francisco Villa, quien sigue teniendo legiones de admiradores.