20/Apr/2024
Editoriales

El mítico Pancho Villa

Hablar de Francisco Villa es hacerlo de una legendaria figura de la revolución, la más famosa de todas. Era odiado por sus fechorías, pero se convirtió en héroe gracias a ellas, al grado que en Estados Unidos tenía muchos seguidores. Lo admiraban por su osadía en el campo de batalla y por sus aventuras amorosas que, en ese país, siempre han provocado embeleso; había gente que se divertía esparciendo exagerados rumores de sus hazañas al respecto. Villa fue un tipo fuera de serie que enfrentó al jefe máximo de la revolución Venustiano Carranza. Y aunque en otoño de 1915, las fuerzas carrancistas derrotaron en el bajío a su famosa División del Norte obligándola a dispersarse, el 9 de marzo de 1916, Pancho Villa atacó a la ciudad de Columbus, Nuevo México, provocando un conflicto internacional, y el presidente Wilson -que se había declarado admirador de Villa- envió diez mil efectivos a cazarlo, equipados con las armas más modernas, y dirigidos por el heroico general Pershing acompañado de periodistas en la llamada Expedición Punitiva, que era una franca abolladura a la soberanía nacional.

  Con esto Carranza quedaba muy mal ante los mexicanos y el mundo porque, o tenía temor de enfrentar a Estados Unidos, o estaba de acuerdo con Wilson, y esta era la intención del audaz Pancho Villa. El valiente y simpático revolucionario mexicano fue perseguido por la sierra de Chihuahua, y su rostro aparecía en los famosos carteles norteamericanos de “Se Busca” ofreciendo una recompensa de 50 mil dólares a quien diera información útil para capturarlo. En ese momento la mayoría de los mexicanos perdonaron a Villa sus bandolerismos porque se enfrentaba solito al poderoso ejército estadounidense. Los campesinos, a pesar de la fortuna que ofrecían para dar pistas de Villa, nunca orientaron correctamente a los sabuesos norteamericanos generando movilizaciones de aviones y tropas en falso.

 Pasado medio año, Wilson desesperó y envió a Chihuahua cualquier cantidad de soldados hasta que, entrado el invierno sin capturar a Villa, la prensa y el pueblo de Estados Unidos se pitorreaba de su Gobierno, renaciendo las simpatías por Villa. Lo terrible para Wilson fue que hubo de ordenar a Pershing que regresara, y lo peor vino cuando retornaban las tropas norteamericanas pues tuvieron que darle la espalda a Villa, y este los persiguió empeorando más la situación de Wilson, que ya lo que quería era frenar el desgaste político por dos causas: un posible enfrentamiento con Alemania y su campaña en pos de la reelección. Después de la “Expedición Punitiva”, el triunfante Villa reunió de nuevo a sus hombres y tomó el 5 de noviembre la ciudad de Parral, haciendo huir a la guarnición carrancista y a finales de ese mes ocupó Chihuahua. Y esto es sólo una parte de las hazañas de Francisco Villa, quien sigue teniendo legiones de admiradores.