16/Apr/2024
Editoriales

Marzo 19 de 1999: muere Jaime Sabines, poeta chiapaneco que alcanzó fama internacional.

Marzo 19 de 1999: muere Jaime Sabines, poeta chiapaneco que alcanzó fama internacional. Jaime Sabines Gutiérrez, nace en Tuxtla Gutiérrez en 1926. Estudia filosofí­a y letras en la ciudad de México, en donde aprende a organizar su inmenso vivero mental de plantas ornamentales hechas poesí­a.

En las décadas de los setenta y ochenta estuvo en todo su apogeo. Una de sus grandes obras es "Algo sobre la muerte del mayor Sabines", quien era su padre. Lo contaba con una emoción que uno se podí­a beber cada palabra. Lo describí­a así­: En el año de 1961, en mayo, después de un viaje a Chiapas, el Viejo empezó a esputar sangre. Lo llevamos al hospital y se le descubrió un pulmón lleno de cáncer del tamaño de una bola de billar. El 15 de junio le hicieron una operación de caballo. Escribí­ el poema a medida que descubrimos que mi padre estaba enfermo, que se vio que tení­a un cáncer pulmonar, que fue operado e internado en un hospital, que le dieron radiaciones. Al final, al morir el padre, Sabines completa un poema extenso, no alejado de reminiscencias religiosas en las que vuelca el lirismo del poeta:

Padre mí­o, señor mí­o, hermano mí­o/ amigo del alma, tierno y fuerte/ saca tu cuerpo viejo, viejo mí­o/ saca tu cuerpo de la muerte. Saca tu corazón igual que un rí­o /tu frente limpia en que aprendí­ a quererte/ tu brazo como un árbol en el frí­o/ saca todo tu cuerpo de la muerte. Amo tus canas, tu mentón austero/ tu boca firme y tu mirada abierta/ tu pecho vasto y sólido y certero. Estoy llamando, tirándote la puerta/ Parece que yo soy el que me muero: /¡padre mí­o despierta!.

Conocer en persona a Jaime Sabines –aún de lejos pues entrambos habí­a una diferencia abismal- es una de las mejores cosas que me han sucedido. Otro poema de mis predilectos es este:

ME ENCANTA DIOS

Me encanta Dios. Es un viejo magní­fico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de manos.

Nos ha enviado algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tí­a Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo-, la vida, sea para siempre.

Ahora los cientí­ficos salen con su teorí­a del Big Bang....Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.

A mí­ me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso, que el otro dí­a descubrí­ que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes!

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increí­ble.

Mueve una mano y hace el mar, y mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -se agita y crece- cuando Dios se aleja.

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de la luz, el manantial que soy.

A mí­ me gusta, a mí­ me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.

JAIME SABINES