Editoriales

Hay de héroes a héroes

 

El concepto de heroicidad es bien relativo. Los héroes de hoy pueden ser los villanos favoritos de mañana, y al revés, los villanos pueden ser elevados a categorías altísimas.

Por ejemplo, Atila, el rey de los hunos, que gozaba de fama de salvaje, en realidad era un hombre muy culto, siempre estaba rodeado de gente que hablaba el latín, y se esforzaba por entender las culturas de todas las regiones que conquistaba. Desposó a una princesa germana que murió lamentablemente la noche de boda. 

Bien, pues Atila es un personaje histórico que goza de gran respeto en Hungría.

Otro caso es el de Nicolás Maquiavelo (1469 – 1527), cuyo nombre da pie a la formación del maquiavelismo, que significa la política sin escrúpulos. En realidad, Maquiavelo era un pensador filosófico al que se le considera uno de los fundadores de la democracia moderna.

Nicolás Maquiavelo fue el primer teórico político que definió la contradicción y el conflicto como elementos provechosos para una sociedad, por lo que se le considera el inventor del pluralismo en el discurso político.

El mismísimo Hernán Cortés es motivo de un debate histórico, pues su actuación en la conquista de México es registrada en forma divergente dependiendo de qué lado se encuentre el observador o analista. Algunos lo consideran un monstruo debido a las salvajadas cometidas por sus soldados que hicieron que millones de indígenas murieran, aunque en realidad fue más por las enfermedades importadas por los europeos que por las armas españolas.

Cortés terminó con los sacrificios humanos, y acabó con la supremacía azteca, algo que alegró mucho a varias tribus sometidas por este salvaje imperio.

Por eso en chico rato pasa de villano a héroe, pues su biografía tiene pedacitos buenos.

Y lo mismo podemos decir de Ricardo III de Inglaterra, Lenin, Kirchner o Lula da Silva. Todos han sido héroes y villanos en determinada etapa de su vida.