27/Apr/2024
Editoriales

El infierno migrante

Las recientes tragedias humanitarias que han sucedido a las personas migrantes que cruzan por nuestro territorio, como son el caso de los 40 fallecidos en un incendio, dentro de las celdas del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, Chihuahua, o el secuestro masivo de familias migrantes en las carreteras de San Luis Potosí, nuevamente ponen en relieve el infierno que viven estos seres humanos, que lo único que buscan es un mejor lugar para vivir.

 La migración ha sido una constante en la evolución de nuestra especie humana. La historia de la humanidad es la historia de la migración; desde los primeros seres humanos que dejaron África en busca de nuevos horizontes, o los primeros pobladores de nuestro continente, que cruzaron por el estrecho de Bering para internarse a lo largo y ancho del territorio americano. 

 No obstante, en lugar de ser un proceso natural y positivo, la migración se ha convertido en un infierno para millones de personas en el mundo, quienes sufren de violaciones a sus derechos humanos, son extorsionados, humillados y vejados por bandas de criminales y hasta por las mismas autoridades migratorias y policiacas, llegando al extremo de secuestrarlos y quitarles la vida. 

 Esta ya no es una crisis migratoria, sino una crisis humanitaria, en la que ni el gobierno ni la sociedad, excepto contados casos, queremos reconocer y preferimos voltear a otro lado e ignorar que existen.

  La situación de la población migrante en el país ha empeorado desde que el Ex Presidente Trump obligó al gobierno mexicano a constituirse en un tercer país seguro para migrantes. Esto significa que los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos tienen que solicitar asilo en México y esperar aquí hasta que se resuelva su caso. Sin embargo, este proceso es lento y, como se ve, no es nada seguro, al contrario, es altamente peligroso para los migrantes.

 Nadie deja su hogar y su país por gusto. Lo hacen por necesidad de mejorar, por la inseguridad que existe en sus lugares de origen, la falta de empleo o por el deseo de elevar la calidad de vida de sus familias. 

   Es necesario que los gobiernos de todo el mundo, pero especialmente en el nuestro, se tomen medidas urgentes y definitorias para proteger a la población migrante y garantizar sus derechos humanos. Los migrantes no son delincuentes, son personas que buscan una vida mejor. Es responsabilidad de todos garantizar que puedan alcanzar ese objetivo sin tener que enfrentarse a tanta violencia.