El naturalista inglés Charles Darwin (1809 – 1882) presentó su famoso libro El origen de las Especies en 1859 y cayó en cama enfermo de gravedad por lo que no asistía a eventos públicos, y como la tesis central de ese libro es que el hombre desciende del mono, había una fuerte controversia con la Iglesia en la reunión anual de la Asociación Británica en 1860. Se dio un encontronazo entre el obispo Samuel Wilberforce y Thomas Henry Huxley, quien representaba a la corriente liberal. Se dio el caso que el obispo Wilberforce lanzó una diatriba fluida de media hora culminada con una perorata: _¿Alguien está dispuesto a rastrear su ascendencia hasta llegar a un mono como abuelo, ¿Y estaría dispuesto a rastrear hasta llegar hasta una mona como su abuela?

Esto casó muchas risas, y el obispo pensó que por ello ganaría el debate. 

Pero Huxley contestó: “si me pregunta si preferiría a un pobre mono como abuelo, o a un hombre altamente dotado por la naturaleza y poseedor de grandes medios e influencia y que, sin embargo, utiliza dichas facultades e influencia con el propósito de introducir el ridículo en una será discusión científica, afirmo mi preferencia por el mono”     

Wilberforce ya no ejerció su derecho a la réplica.