Diciembre 23 de 1846: Antonio López de Santa Anna y Valentín Gómez Farías son nombrados presidente y vicepresidente de la República, respectivamente. En su gabinete destacan nuestro paisano Valentín Canalizo como ministro de guerra; Fernando Ramírez como titular de Relaciones Exteriores, Pedro Zubieta en Hacienda y Jesús Ortiz en justicia.
Eran tiempos difíciles para la patria invadida, pues el 24 de septiembre anterior, Monterrey había caído en manos de los estadounidenses al capitular el general Ampudia y firmar con Taylor un armisticio. Así que Santa Anna se fue a pelear contra los invasores dejando a Gómez Farías en la Presidencia de la República, pues la grave situación había llevado al presidente provisional, Mariano salas, a decretar el 2 de octubre anterior una contribución especial para financiar la guerra, afectando a los propietarios de fincas urbanas en todas las regiones del país.
Sin embargo, el decreto presidencial es recibido con disgusto por los propietarios y no se cumple. Pero la invasión sí continúa. Cuatro días después, el 6 de octubre, el comandante norteamericano Dupont se apodera en el Pacífico de las naves mexicanas Libertad y Fortuna, la goleta Rosita, y las balandras Chapita y Alerta, para luego atacar Guaymas que era defendido por el coronel Antonio Campuzano. Por el lado del Golfo de México, el 15 de octubre, Puerto Alvarado, Veracruz recibe el asedio de la flota norteamericana integrada por los buques Cumberland, Mississipi, Vixen, Reefer, Bonita, McLane, Petrel, Forward, y Nonata.
Pero las tropas mexicanas se baten y defienden con éxito la plaza haciendo que se replieguen los gringos. Ante el fracaso de Alvarado, el 23 de octubre, el comodoro Edmund Conner envía una flota encabezada por el Mississipi a atacar Tabasco. El teniente coronel Juan Bautista Traconis no entrega la plaza de Frontera, y tras una serie de bombardeos, el comandante Perry se apodera de ella. El 13 de noviembre, Taylor da por terminado el armisticio convenido en Monterrey y avanza al sur. Por el otro lado, el 14 de noviembre cae Tampico y ello trae repercusiones políticas en México; el 19 de noviembre, Tabasco desconoce al gobierno federal por su incapacidad de repeler al invasor y no enviarles ayuda para la defensa, nombrando gobernador y comandante general a Juan Bautista Traconis.
El separatismo cunde y Yucatán se declara neutral en el conflicto de México y Estados Unidos, aplazando la reincorporación de la península a la República y se nombra gobernador a Domingo Barret. El 13 de diciembre, el comodoro Conner se dirige al puerto de El Carmen, Campeche, y 8 días después se rinde la plaza. Es en este momento cuando entran a gobernar Santa Anna y Gómez Farías, quienes continúan sus disputas ideológicas y pragmáticas, pues cuando Santa Anna deja la presidencia para irse a pelear, Gómez Farías asume el poder e impulsa sus reformas liberales, nada más para que Santa Anna regrese como siempre a deshacerlas. De esta forma, peleados los mexicanos unos contra otros, fuimos presa fácil para los invasores que terminaron la guerra sólo cuando se les entregaron los territorios nórdicos que representaban más de la mitad de nuestro patrimonio territorial. Nos guste o no, tiene razón el presidente Peña Nieto: cuando estamos divididos, hemos perdido demasiado como para no aprender la lección: necesitamos unidad nacional. El Gobierno tiene la palabra.