26/Apr/2024
Editoriales

Cien días de incertidumbre y retroceso

 

Cien días han bastado para que el gobierno federal ponga en riesgo la economía de las familias, empeore la seguridad pública y prevalezcan el amiguismo, los contratos discrecionales y la opacidad, a pesar del discurso contra la corrupción. Todo esto coronado por la agresión y descalificación de los contrapesos al Presidente, así como por la negación de numerosos derechos y libertades.

 Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia de la República con un objetivo muy ambicioso y una estrategia política clara: impulsar un cambio de régimen bajo la bandera de la Cuarta Transformación y alcanzar una mayoría absoluta en el Poder Constituyente con el propósito de promover las reformas más radicales de su programa en 2021 y mantener a su grupo cercano en el poder en 2024.

Sólo así se entiende lo que ha hecho el Presidente en 100 días de gobierno y lo que podría hacer en el futuro si las circunstancias se lo permiten.

 Morena y su dirigente nunca imaginaron que obtendrían una mayoría tan amplia en julio de 2018. Tampoco pensaron que se toparían con instituciones sólidas, una sociedad civil cohesionada y vigilante y minorías políticas irreductibles y decididas a poner un límite a sus excesos, caprichos y obsesiones.

 Se han publicado numerosos ensayos y comentarios con el balance de los primeros cien días de gobierno. La coincidencia es abrumadora: denuncian la centralización del poder, la anulación de los contrapesos institucionales, el desprecio por las organizaciones civiles, la descalificación de la crítica (como señaló la Arquidiócesis de México), la política social clientelar y una política económica que apunta a la recesión.

 ¿Hacia dónde va este proyecto de tantos riesgos? ¿La incertidumbre económica y la confrontación que promueve el gobierno son lo que esperamos los mexicanos?

 Las señales económicas son alarmantes: pérdida de confianza en los mercados financieros, baja en la inversión pública y privada y en la expectativa de crecimiento, aumento del desempleo, la inminente crisis energética y el caos en Pemex y la CFE. La cancelación del Nuevo Aeropuerto en Texcoco y la inviabilidad de la alternativa en Santa Lucía son una sombra que cubrirá el sexenio.

 Sin mayor fundamento económico, las reasignaciones presupuestales a los programas sociales son el eje del proyecto de “transformación” y no tienen otro objetivo que construir las clientelas que aseguren la mayoría morenista en los procesos electorales locales de este y el próximo año, así como en la elección intermedia de 2021.

 Sin embargo, el gobierno está haciendo una lectura equivocada de los índices de confianza del consumidor y de popularidad presidencial, pues sin inversiones productivas y con un crecimiento a la baja, el desplante del Presidente ante las calificadoras internacionales apunta a un modelo autárquico populista al estilo de la Argentina peronista, con todo y cepo cambiario.

 ¿Para qué ha servido la creación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico? ¿Serán escuchadas las opiniones expresadas en los foros de consulta del Plan Nacional de Desarrollo, tardíos, escasos y desenfocados?

 Con la tendencia al alza de inseguridad, el desdén a la agenda de la mujer y la niñez, las agresiones a medios de comunicación, el extravío de la política exterior y la corrupción (por ejemplo, en la nueva Segalmex), tenemos un pobre balance y un inquietante panorama en el futuro inmediato, bastante alejado del mensaje complaciente, triunfalista y electorero de ayer en Palacio Nacional.

 

* Secretario general del CEN del PRI