La revista británica The Economist encabeza su reciente número con un editorial cuyo título se puede traducir como "La Nueva Línea Divisoria Política", la cual la trazan entre aquellos que promueven un aislacionismo egoísta y quienes saben que, a mediano y largo plazo, esto sería contraproducente. Esa línea divisoria se está marcando en todo el mundo, pero tendría consecuencias mucho más graves lo que está ocurriendo en las principales partes del Primer Mundo: En los Estados Unidos de América y en la Unión Europea.
En Europa Occidental, además de haber causado la salida de la Gran Bretaña ha provocado el ascenso de gobiernos xenofóbicos en Polonia y en Hungría y haciendo que Francia se desplace hacia un nacionalismo intransigente, lo cual podría dar al traste con toda la Unión.
¿Cuáles son las causas de esta deplorable tendencia aislacionista? La principal de todas, sin comparación, es la disminución de empleos para personas no especializadas y la quiebra de muchos negocios pequeños: La primera causada porque las grandes compañías manufactureras de esos adelantados países se especializan cada vez más en ingenierías avanzadas y mercadeos mundiales, encargando las labores fabriles a subsidiarias en países tercermundistas; La segunda es que muchos negocios pequeños, como librerías y tiendas, no pueden competir con empresas gigantescas manejadas por sistemas computacionales, ofreciendo sus múltiples productos por entregas a domicilio o en grandes supermercados muy accesibles. En ambos casos no existe legislación adecuada para que se respeten los derechos de autor, por lo que, a largo plazo, este tipo de enormes empresas provocarían una marcada disminución de la creatividad.
Así que para los políticos oportunistas, como lo son la mayoría, la alternativa que se les presenta es: Decir la dura verdad y proponer sistemas de actualización profesional para quienes quedaron rezagados y discutir y aprobar legislaciones adecuadas para impedir los abusos de las super-empresas, o: Mentir y echarle la culpa a fenómenos mucho más notorios y fáciles de "resolver" como detener el flujo de inmigrantes tercermundistas, destacando las fechorías que hacen algunos pocos de ellos, así como desconocer o renegociar tratados internacionales, alegando que su país está llevando la peor parte de ellos.
Es cierto que sí existen estos problemas y que han estado muy descuidados, por lo que habrá que corregirlos y reglamentarlos, pero de ahí a culparlos por la pérdida de empleos no especializados en el Primer Mundo hay un mar de diferencia.
En caso de que el aislacionismo egoísta, como el que Donald Trump propone para los EUA, llegara a imponerse, quizás el daño más grave que causaría sería otro, peor aún que la disminución y paralización del intercambio mundial de personas, productos, servicios e ideas: Sería el completo abandono del las políticas de conservación del medio ambiente planetario, cuyos aspectos más urgentes son la disminución de emisiones de bióxido de carbono y de metano a la atmósfera y la estricta conservación de especies en la biósfera, que requiere la asignación de enormes superficies selváticas para ese fin. En un mundo egoísta y cerrado sería muy probable que la humanidad se apresurara, insanamente, a pre-ordenar su propia decadencia irremediable.
Atte.- JVG.- 31-08-16