Espectáculos

Con arte, Rafael Mandujano recrea la destrucción del temblor de 1985

El presupuesto del filme para ese departamento fue de 12 mdp y 60 personas, entre dibujantes, diseñadores, pintores y escultores

México - Aquí­ no huele a muerte, sin embargo, cuando ves escombros, taxis amarillos, y precios en las tiendas con tres ceros en sus cifras, la llamada al recuerdo es inevitable, y algunos empiezan a contar anécdotas de aquel fatí­dico dí­a: 19 de septiembre de 1985.

Afortunadamente "aquí­ todo es falso". Es la locación de "El dí­a del temblor", pelí­cula dirigida por Kuno Becker, que mañana se termina de filmar, luego de nueve semanas de crear la historia de un rescate en el edificio "Santa Inés", en el Centro de la Ciudad de México, el cual fue recreado por arte del diseñador Rafael Mandujano.

"í‰se fue el gran reto de este set, porque uno está acostumbrado a construir de la manera tradicional: compras madera, construyes, pintas, pero ésto no lo habí­a hecho, y descubrir cómo hacerlo fue muy padre, tengo un equipo muy complejo que me ayudó a construir la destrucción", afirmó el diseñador en entrevista

El trabajo no fue fácil, se necesitaron nueve semanas para revisar horas y horas de material videográfico de aquella época, hacer captura de imágenes y luego completar 18 semanas para que todo el equipo de Mandujano creara el diseño de los sets de exterior y de interior en los que se desarrollarí­a la historia.

"í‰sta es la parte exterior, y tardamos cinco semanas en hacerla. Es un set muy grande, de 120 metros de punta a punta, y hay una calle aledaña que mide 30 metros lineales. Tenemos que estar protegidos con casi 360 grados de construcción. Espero que la gente no se dé cuenta y piense que estamos en el centro, pero nada de ésto existe, todo es falso", explicó.

"Además, tenemos los interiores que se construyeron en los estudios Chuburusco, hacerlos fue complejo porque estaban montados en plataformas móviles para poder simular el movimiento y sentirlo desde el centro del edificio", puntualizó el profesional sobre los cinco sets interiores creados para la producción.

Con un presupuesto de 12 millones de pesos para el departamento de arte –uno de los más ambiciosos en el cine mexicano- y un equipo que creció de 10 hasta 60 personas, entre dibujantes, diseñadores, pintores y escultores, se logró crear una calle ficticia del centro en la que el protagonista es el edificio Santa Inés, el cual cuenta historias desde cada rincón que se le vea.

"Hay una infinidad de detalles que hacen esta realidad: sillas saliendo, cortinas, un mundo de cosas de los años ochenta que tuvimos que ir a conseguir a los bazares, estar buscando y ahora están enterradas ahí­. Entre cada espacio y recoveco hay decoración y objetos que nos cuentan una historia y eso hace que cuando lo ves te lleve al pasado", detalló Mandujano, quien trabajó de la mano con el departamento de decoración.

Este departamento, a cargo de Lisa Wallas, se ocupó de "la labor titánica al recorrer bazares, bodegas, y hasta debajo de los botes de basura, para hallar lo que faltaba y recrear los ochenta", por éso, es fácil recordar al ver una cabina telefónica de aquella época; carpetas viejas saliendo de los escombros, muebles y marcas.

Para ese escenario principal se requirieron varios camiones de escombro, se combinaron elementos reales y falsos que permitieran que los actores pudiera maniobrar sin peligro.

"No fue traer solo cascajo, aunque hay cascajo real, tuvimos que hacer varillas con poliuretano para poderlas doblar, que la gente no se lastime; compramos las varillas, sacamos los moldes, hicimos muchí­simas varillas, y lo mismo con las lozas y piedras de poliuretano, para que no pesaran y poder tener esta montaña", explicó.

"Hicimos una estructura a base de andamios para lograr el volumen que se necesitaba, después la recubrimos con madera y empezamos a investigar cómo le hací­amos", explicó Mandujano.

"Posteriormente, hicimos piezas, revisamos los patrones de derrumbes, hubo investigación y nos volvimos peritos en derrumbes y escombros y vimos como quedaban los pisos y las lozas compactadas para poder recrear algo que fuera creí­ble", aseguró.

Los 11 coches aplastados y los otros 20 merodeando el lugar; la melancolí­a de un local de helados y la imagen del letrero del hotel Regis, caí­do a mitad de la calle, son sólo í­conos que la cabeza tiene en sus archivos y que en esta producción se convierten en sí­mbolos para contar una historia que al final es ficción.

"Hay que tener claro que es una historia que pasa cuando ocurre el temblor, no es una pelí­cula sobre el temblor, es sobre una persona que vivió el temblor, así­ que debe de estar lleno de errores históricos: al final estamos contando una ficción y nos hemos tomado muchas licencias porque no estamos recreando algo puntualmente".

"No es un documental que pretenda ser históricamente correcto en cada detalle; nos apegamos a la realidad lo más que se pudo, sin embargo, hacemos una pelí­cula de ficción y respondemos a la historia que queremos contar y tenemos que tomar esas licencias poéticas. Hay muchas imágenes como los helados, que con sólo ver la forma nos remiten al pasado", aclaró Mandujano.

El trabajo se completará, como desde la planeación del diseño, con la mano de Ricardo Arvizu, a cargo de los efectos especiales, que se realizarán a lo largo de este año, todo para dar vida a esta historia que intenta hablar de espí­ritu humano, de la solidaridad, y sacudirnos con ese temblor.

"Lo que tiene esta pelí­cula es que se siente que estás ahí­, el gran reto es ésto y el encargo de Kuno, es que querí­a sentir el temblor desde adentro, querí­a oler el temblor y esa fue nuestra labor: cómo diseñar para hacer sentir al espectador y darle las herramientas para recrear ese evento.

Es una de las pelí­culas que más satisfacciones me han dado, estoy muy orgulloso del trabajo que logramos, pero que no lo noten, porque el chiste es que no se vea pero que se sienta", concluyó Mandujano sobre esta cinta que se estrenará en 2017, con las actuaciones de Ximena Ayala, Harold Torres y Armando Hernández.