Diciembre 13 de 1810: El estado mayor de la insurgencia, integrado por Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Ignacio López Rayón, Ignacio Mestas, José María Chico, Pedro Alcántara de Avendaño, y Francisco Solórzano, nombró a Pascasio Ortiz de Letona, embajador con poderes para celebrar tratados con Estados Unidos del Norte, en comercio y otras alianzas que permitieran tener prosperidad a ambas naciones vecinas.

Esto es, Hidalgo planteaba al imperio español una encrucijada, pues sabía que dominar una nación que no esté de acuerdo en ello, es arriesgarse  a que otra intervenga en su ayuda. Y si consideramos la crítica situación por la que atravesaba la corona española, no se estaba hablando de un tema menor, pues ellos (los insurgentes) seguirían con su tarea de liberación del país, luego de tres siglos de sometimiento a España. Por otra parte, esta actitud de acercamiento con el vecino del norte siempre fue imaginada por Hidalgo como algo favorable a México, pues en el jaleo que se empezaba a dar entre Europa y la naciente potencia norteamericana, pensaba que una alianza ofensiva y defensiva entrambas naciones sería provechosa siempre. Tan es así, que cuando los insurgentes se vieron acorralados por los realistas, su búsqueda de salida siempre fue al norte, hasta el último momento en que fueron capturados en Acatita de Baján, en el norteño estado de Coahuila. Qué lejos estaba del pensamiento de estos padres de la patria que en un futuro no muy lejano, el problema del México independiente no sería más fuerte la amenaza del imperio napoleónico, sino la del vecino del norte, que deseaba para sí, amplias extensiones de su territorio.