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Argentina: detrás de la austeridad, la recesión se extiende en las empresas

Argentina.- Detrás de la recuperación presupuestaria en Argentina, la austeridad impacta el poder adquisitivo pero también los pedidos y la actividad empresarial. Galletas, papelería, pistones... la recesión se extiende a todos los sectores.

Gustavo Ávalos acaricia con cariño las flamantes máquinas envasadoras entregadas en diciembre, pero aún envueltas en film plástico.

Tintas Opalo, su pyme en Avellaneda (sur de Buenos Aires) que produce y envasa tintas para estampación industrial, marcha lentamente. Como mensajeros de pedidos.

"Las ventas cayeron un 70% interanual en diciembre", recordó a la AFP. En marzo, la caída de la actividad fue “sólo” del 40% respecto a 2023.

“Las máquinas pueden producir hasta 8.000 viales al día”, afirma orgulloso Ávalos. Pero debido a la falta de flujo, “para no tener que despedir a nadie (entre los seis empleados), nos limitamos al embotellado manual”. Pero “sin consumo, nos estamos muriendo lentamente”.

Agitado entre una inflación desacelerada pero aún vertiginosa (288% en un año) y una devaluación del 54% en diciembre, el poder adquisitivo se está derritiendo, y con él la actividad.

La economía se contrajo un 3,2% a finales de febrero en comparación con el año anterior. El FMI pronostica para Argentina una recesión del -2,8% en 2024.

- Chatarra de máquinas herramienta -

Grandes grupos sacan la lengua. El grupo siderúrgico argentino Acindar (2.500 empleados), controlado por el gigante ArcelorMittal, cerró sus cinco plantas durante un mes, en respuesta a una caída de sus ventas del 35-40%.

La planta de General Motors en Santa Fe (1.200 personas), que hizo lo mismo durante tres semanas, acaba de volver a hacerlo una semana más.

 La producción industrial cayó un 19,1% en el primer trimestre respecto al mismo período de 2023, según la Confederación de la Mediana Empresa (CAME).

 Argentina tiene más de medio millón de pymes, la gran mayoría de las cuales depende de un mercado interno lento.

 Marca entre otras, la venta, o más bien la liquidación, de máquinas herramienta en desuso. Adrián Mercado, de la casa de subastas del mismo nombre, asegura a la AFP que las ventas se aceleran a un ritmo frenético.

 “Hacemos unas diez estimaciones por día, para las pymes que se deshacen de las máquinas, para (efectivo para) capear el temporal, pero no hay compradores, y acaban vendiéndoles chatarra”, describe.

 Algunas pymes encuentran un respiro gracias a un outlet, a un producto. Dulcypas, una fábrica de galletas de gama media ubicada en Caseros, a 25 kilómetros de Buenos Aires, aguanta de momento gracias a su venta directa de obleas.

 "Estamos viviendo un ajuste muy fuerte. Hay poco dinero, los precios suben, el consumo baja. Pero las obleas se venden muy bien porque no son caras. Las magdalenas, más caras, no tanto".

 Pero Dulcypas, como lo demuestran sus oficinas semidesiertas y sus dos líneas de producción paralizadas, está funcionando al 50%.

 "Para mantener la rentabilidad, tuvimos que reducir el personal (70 frente a los 120 del pasado), reducir los salarios y los volúmenes". Sin embargo, mantiene la fe en el método del presidente argentino Javier Milei, convencido de que con la caída de la inflación "el poder adquisitivo repuntará, y con él el mercado".

- "Aún no he visto lo peor" -

 El jefe de Estado ultraliberal Javier Milei había prometido "estanflación" (inflación + recesión) y varios meses "difíciles" vinculados a su terapia de shock antes de una recuperación.

 “Esta es la recta final de un esfuerzo heroico”, aseguró el lunes, al tiempo que celebraba un superávit presupuestario en el primer trimestre, por primera vez en 14 años.

 Las pymes del otro extremo de la cadena están menos convencidas, porque se ven especialmente afectadas en términos de empleo y salarios.

 “Lo único que escuchamos es + ajuste, déficit cero, no hay dinero +”, lamenta Alejandro Bartolini, director general de Metalcrom, una pyme productora de piezas y tubos metálicos.

 “No hay una política industrial”, afirma Daniel Rosato, jefe de una fábrica de papel (140 empleados). “Pero la otra cara de la moneda es el aumento del trabajo informal (...) y por tanto menos ingresos para el Estado”.

 “Este es el cuarto mes consecutivo de caída de la actividad manufacturera y, dados los pedidos en cartera, las pymes aún no han tocado fondo”, advierte la CAME.

 “Puedo aguantar un año, luego ya veremos”, suspira Gustavo Ávalos, convencido de que “todavía no hemos visto lo peor, porque la gente todavía tiene ahorros”.



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