Editoriales

La reconversión

Doña Sara, cansada del barrio obrero y habiendo acumulado un peculio agradable, vendió su tienda a La Cadena Rota y, en una zona céntrica, abrió una boutique, El Octavo Chakra. Es que, decepcionada de Marx y Engels, ahora leía sobre yoga tibetano… se puso a coser vestidos de nueva moda, copiados de la tradición oriental. Pasaba ocho horas tras el mostrador y otras ocho cosiendo. Apenas le quedaba tiempo para comer y dormir. Las exiguas ventas apenas le dejaban dinero para vivir. Con tristeza pensó que tenía que vender su linda boutique.

Como se había hecho amiga de un mendigo que justificaba su pereza diciendo ser inventor de pajaritas de papel y tendido confortablemente en la acera, pasaba sus días fabricando esplendorosas rosas con papel de baño, doña Sara le consultó si vendía o no el local. El pordiosero le dijo: “antes de desprenderte de algo que amas, analiza de dónde proviene el mal. ¿El barrio te es desagradable?” _No, contestó ella, por el contrario, es el más hermoso que he conocido. ¿Los vecinos te molestan?  _Se portan bien conmigo. ¿El local te ahoga?  _No, es perfecto para mis necesidades de espacio. Entonces, tu problema se reduce a que hay algo que te come tiempo y no te da mucho dinero de ganancia. Así es. El mendigo concluyó:  _Tu enemigo es la venta de vestidos. Tu magnífico local no te ha hecho nada: no te desprendas de él, consérvalo.         ¡Sólo transforma el negocio, deja de coser trajes y comienza a vender algo que te consuma menos tiempo y te deje más ganancias! Y es así como doña Sara entendió el significado del término reconversión y empezó, con gran éxito, a vender en su local frutas y hierbas.

 

 

 

Cuento narrado por Alejandro Jodorowsky, versión libre mía.