18/Apr/2024
Editoriales

La palabra eco

Eco era la ninfa de los bosques y las fuentes. Amada por el lascivo Pan, el dios de los pastores y de los rebaños, no era correspondido por ella porque amaba al bello Narciso, quien, a su vez, sólo se amaba a sí mismo.

Cuando finalmente la ninfa se encontró a Narciso, éste la miró con tanto desprecio que Eco dejó de comer y murió, convirtiéndose en roca fría y dura.

El término Eco es en realidad una historia de amores no correspondidos, que llegó al castellano intacta, a pesar de haber pasado por continentes y civilizaciones durante 30 siglos (La Antigua Grecia a nuestros días).

Llegó al castellano proveniente del latín echo, y éste del griego eko, que significa sonido. Apareció por primera vez en un documento en nuestra lengua en 1570, en el diccionario toscano y castellano de Cristóbal de las Casas.

Actualmente se le utiliza por su origen griego, es decir, con significado de sonido, aplicado desde el eco de las montañas, hasta en los modernos aparatos electrónicos de retumbo.