Los Juegos Olímpicos de Verano están avanzando obstinadamente a pesar de las preocupaciones sobre el aumento de los casos de coronavirus en Japón, donde solo alrededor del 20% de los residentes han sido vacunados. Ha habido un costoso aplazamiento de un año, una serie de escándalos y constantes quejas públicas.

Aun así, Seiko Hashimoto, presidenta del comité organizador de Tokio 2020, no muestra signos de vacilar en las conferencias de prensa celebradas dentro de la torre Tokyo Big Sight revestida de oro. "Prometimos al mundo albergar los Juegos", dice Hashimoto a los medios reunidos, insistiendo en que "tenemos que completar nuestra misión".

El liderazgo de Tokio 2020, y el Comité Olímpico Internacional, tienen una razón para permanecer firmes. Tienen mucho en juego en los próximos 17 días.

Están en juego miles de millones de dólares en ingresos por transmisión, al igual que fortunas políticas y un sentimiento de orgullo nacional. Para bien o para mal, Tokio podría afectar el futuro del movimiento olímpico y, por extensión, los Juegos de Los Ángeles 2028.