Durante la mayor parte del siglo pasado, Colombia fue inmune a las mareas cambiantes de la política latinoamericana. Durante las décadas de 1960 y 1970, cuando las dictaduras militares de derecha tomaron el poder en la región, había una democracia restringida en la que dos partidos, los liberales y los conservadores, acordaron compartir el poder cada cuatro años. Cuando el péndulo osciló hacia la izquierda a fines de la década de 1990 y principios de la de 2000, con una ola de victorias de líderes populistas desde Venezuela hasta Argentina, Colombia eligió a un hombre fuerte de derecha. Pero ahora el excepcionalismo colombiano parece haber seguido su curso. En la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 29 de mayo, los votantes asestaron un duro golpe a los partidos tradicionales que han gobernado el país durante la mayor parte de su historia.
Un izquierdista y un forastero populista competirán en una segunda vuelta el 19 de junio. Gustavo Petro (el izquierdista, en la foto de la izquierda) obtuvo 8,5 millones de votos, o el 40 % de todos los votos emitidos. Rodolfo Hernández (en la foto a la derecha) obtuvo casi 6 millones de votos, o el 28 %. Federico Gutiérrez, quien contó con el respaldo de todos los partidos tradicionales del país, logró apenas el 24%. La elección parece ser parte de una ola anti-titular que está afectando la política en toda América Latina. En marzo, Chile eligió a Gabriel Boric, un socialista millennial de 36 años. Es probable que Brasil se tambalee hacia la izquierda a finales de este año en sus elecciones presidenciales, donde Lula, un expresidente, supera en las encuestas al actual Jair Bolsonaro.
