Editoriales

El caramelo

Los médicos sumerios recetaban para aliviar la indigestión una pastilla endulzada hecha de extracto de menta piperita y carbonato. Posteriormente, en el año mil adC., en Egipto apareció la pastilla contra la tos, primeros caramelos duros de la historia. Hay documentos que describen el procedimiento que usaban los confiteros de Radamés II el Grande, hace 3 mil 300 años, para fabricar caramelos duros con sabor a frutas, hierbas y especias que curaban la tos.

Los médicos egipcios de la XX Dinastía, hace más de 3 mil años, recetaban caramelos contra la tos, elaborados con miel, menta piperina, hierbas y especias. Recordemos que el azúcar no se conocía en el mundo mediterráneo antiguo, por lo que se endulzaban con miel. Zumos y jugos vegetales sometidos a un proceso de secado fueron las primeras materias primas para hacer caramelos de higos, dátiles y nueces. Se les daba forma en unos moldes y después se coloreaban para que fueran atractivos para el consumidor. Los griegos y los romanos consumieron caramelos aunque no se los daban a los niños sino a ciertos enfermos. Los caramelos como hoy los conocemos, aparecieron hasta mediados del siglo XIV en Venecia. Aún en el siglo XVI se vendían en farmacias o especierías y eran muy caros.

Es en ese momento cuando en el caramelo, se incorpora el azúcar como el ingrediente más importante. Los caramelos se hacían a mano, hirviendo o licuando el azúcar que se derramaba sobre unos moldes y al final se agregaban nueces o frutas. Luego se cortaban en pedazos y aromatizaban con limón, rosa y violeta. El caramelo vivió su mejor época en el siglo XIX, pues para confeccionarlo se usaban más de 70 ingredientes. Fue en 1642 cuando se denominó este producto con su nombre actual. Y en su Diccionario de rarezas de Vicente Vega, cuenta que en septiembre de ese año se dejaron de repartir caramelos entre los diputados para ahorrar recursos económicos. Todo mundo hablaba de los loros, aludiendo a las señoras que lo saboreaban mientras chismorreaban, por lo que se les bautizó como el chocolate del loro. Cuando era niño, me las ingeniaba para acceder a los caramelos de la farmacia de mi padre. Sin embargo la tecnología ha creado nuevas golosinas infantiles, más sofisticadas, que desbancaron del liderazgo al caramelo.