02/May/2024
Editoriales

El hábito sí hace al monje

El presidente español Práxedes Mateo Sagasta, nombró en 1901 ministro de guerra al general Valeriano Weyler, un personaje famoso en Cuba y Filipinas pero en Madrid nadie lo conocía. 

Un día antes de su toma de protesta, un loco había entrado al Palacio de las Cortes, y se sentó en uno de los escaños gubernamentales, por lo que tuvieron que sacarlo con la policía. 

Bien, pues el general Valeriano Weyler iba llegando apenas a Madrid una hora antes de su toma de posesión, por lo que se fue directo al evento protocolario vestido como viajero, con una levita desgastada, los zapatos sin bolear, los pantalones arrugados y el pelo revuelto por el aire en el trayecto de la estación del tren al Palacio. 

Al entrar a la sala, el jefe de hujieres le preguntó:

 _Oiga y usted a dónde cree que va?

Weyler gruñó:

_¿A dónde cree que iré? ¡al salón de sesiones!

_¿Quién se cree que es? ¿el ministro de guerra? Y todos rieron de la puntada.

_¡Sí señor!, así que franquéeme el paso

Los guardias le tomaron por la fuerza de pies y manos y le echaron a la calle gritándole:

_ “Otro loco”.

No hay registros de lo que sucedió una vez que todo se aclaró.