30/Apr/2024
Editoriales

Hablando de guerras contra judíos

A raíz de la actual guerra desatada en la Franja de Gaza, vale recordar los pogromos, o masacres de judíos promovidas desde el poder político, que no son nuevos; todo mundo sabe que existen, tiempo ha. 

Ciertamente el origen del problema entre árabes y judíos es religioso, pero no sólo han tenido problemas con los islamitas, pues también los tuvieron con la grey cristiana cuando los judíos rechazaron que Jesús fuera el hijo de Dios. En el año mil 096 se realizaron sendas masacres de judíos en Spira, Worma, Maguncia y Colonia del territorio alemán. Las persecuciones son lugar común en la historia semita, pues llegó un momento en que se les culpaba de todos los males que sucedieran en las naciones en donde vivieran. Que envenenaban los pozos de agua, que iniciaban las epidemias, etc. Antes de la incorporación de los árabes al Islam, en la península arábiga existían grandes grupos de judíos viviendo y conviviendo en paz con los árabes.

En el Corán (Sura 5, vers. 46) se cita: ‘… no tomen a los judíos ni a los cristianos como amigos; ellos son amigos entre sí..’

Hay muchas historias y anécdotas que narran las peripecias que ha tenido que superar los judíos para su sobrevivencia. 

En Rusia, antes de 1918, es decir, antes de la caída de Nicolás II el último zar, las persecuciones a los judíos continuaron aún con el inicio de la revolución.

Se dice que en esos azarosos tiempos, un judío iba huyendo de la persecución, pero durante su prisa perdió pisada al cruzar un puente y cayó al río.

Ya estaba ahogándose cuando unos soldados del zar se acercaron a la orilla y le preguntaron en tono de burla: _¿Qué es lo que te sucede?

El judío responde gritando:_¡Me ahogo!   

Los militares le repreguntaron: _¿Eres judío?, a lo que contestó: _¡Sí!

Riéndose le dijeron: _Pues ¡qué gusto nos da que te ahogues!

Entonces, el judío, hombre inteligente, comenzó a gritar: 

_¡Que muera el zar, que muera el zar!

La respuesta fue inmediata, los soldados lo apresaron y le encarcelaron.

Al margen de cómo terminaría esta anécdota, la moraleja podría ser: ‘para salvar o alargar tu vida, haz lo necesario’.