El imperio británico se está divirtiendo de lo lindo en su antigua colonia, con su títere colonial Barack Obama y las prostitutas de los medios de prensa tradicionales, como el Washington Post y el New York Times.
El encabezado anterior hubiera sido más apropiado para la basura que sale de la boca de Obama y el drenaje de los medios tradicionales sobre el informe de la CIA de que es "bastante claro"(sin ofrecer pruebas, por supuesto) que los rusos no solo hackearon las elecciones sino que son también la fuente de las filtraciones a WikiLeaks que pusieron al descubierto de manera tan dramática los delitos de la maquinaria del Partido Demócrata para robarle a Sanders y favorecer a Hillary en las primarias y otros delitos de Hillary. El 9 de diciembre, Obama ordenó "una investigación a fondo" del supuesto hackeo ruso, que va a presidir el Director de Inteligencia Nacional (DNI) James Clapper, el hombre que mintió ante el Congreso de que no había programas de vigilancia generalizados de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus siglas en inglés) sobre la población estadounidense, antes de que las revelaciones de Snowden pusieran al descubierto la mentira.
El informe del Post suena como algo sacado de las cacerías de brujas anticomunistas de los 1950 de Truman y McCarthy. Casi se puede escuchar al jefe de redacción del Post decir: "Tengo en la mano una lista de simpatizantes rusos en el equipo de transición de Trump". El día 11 el WPost publicó que "la desconfianza latente entre Donald Trump y las agencias de inteligencia de EU escalaron hacia un antagonismo abierto este sábado después de que el Presidente electo se mofó de un informe de la CIA en el sentido de que operativos rusos habían intervenido en las elecciones presidenciales de Estados Unidos para ayudarle a ganar a él. Las tensiones crecientes sientan las bases de un posible enfrentamiento entre Trump y los más altos funcionarios de inteligencia de la nación, sobre lo que algunos funcionarios han descrito como la amenaza más compleja al medio ambiente en décadas". Trump comparó las acusaciones con la evidencia de la CIA "totalmente ciertas" de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masivas.
Sin embargo, parece que el WPost se vio obligado a reconocer que había otras facciones en la comunidad de inteligencia que rechazaban este alegato, insistiendo en que no había pruebas de ningún participación rusa en el hackeo, no digamos interferencia en las elecciones. Se dice que funcionarios del FBI que presentaron testimonio ante el Congreso esta semana dijeron que la evidencia de alguna participación rusa era "ambigua", para desmayo de la mafia antirrusa.
El ex embajador ante Rusia y promotor del "cambio de régimen", Michael McFaul, no solo respaldó las acusaciones en contra de Rusia sino que pidió que se les exigiera a los reporteros de RT y Sputnik registrarse como "agentes extranjeros" en vez de periodistas, acusándolos de crear "noticias falsas".
Para no sorpresa de nadie, cuando Hillary Clinton reapareció (dijo que se la ha pasado "tomándose selfies en el bosque" después de las elecciones) para asistir a la fiesta de despedida de Harry Reid el 10 de diciembre, le dio credibilidad a los alegatos de que los rusos le robaron las elecciones y respaldó una "legislación bipartidista" que busca darle al Congreso más poder para responder a la "propaganda extranjera", dijo que "es imperativo que los dirigentes tanto en el sector público como privado redoblen esfuerzos para proteger nuestra democracia y vidas inocentes". Menos las de Libia y Sira, por lo visto.