Editoriales

No sólo las mujeres enloquecen con la moda

El 15 de enero de 1797, acababa el siglo XVIII en Londres, cuando el diseñador de modas masculinas John Etherington salió a pasear con un sombrero de nuevo diseño de su creación, que básicamente se diferenciaba de los demás por ser con “ala estrecha y copa alta como chimenea”, según versión de la prensa londinense.

Este modelo contrastaba con el sombrero de fieltro con ala corta que había puesto de moda el conde de Derby cuando iba a las carreras de caballos. La gente, léase los caballeros ingleses, se amontonaron para ver de cerca el modelo de este osado individuo, y fueron tantos que terminaron por empujar a Etherington contra un aparador y quebrarlo.

Como era de esperarse, el dueño del aparador llamó a la policía londinense y en menos de que canta un gallo llegó y de inmediato investigó los hechos. Todo mundo le echaba la culpa al tipo extravagante de sombrero raro. Etherington fue detenido y hubo de pagar 500 libras para salir de la demarcación, por alteración del orden público. Sin embargo, antes de un mes, el negocio del multimencionado Etherington no se daba abasto para fabricar los sombreros de ala corta y copa alta que eran la sensación. Posteriormente esa moda fue impuesta por Reino Unido en Sudamérica, y causa hilaridad que el sombrero de copa forma parte de la indumentaria típica de los campesinos en países como Bolivia, por ejemplo.