26/Apr/2024
Editoriales

Los Templos de Monterrey. El Templo de la Santísima Trinidad

La ciudad de Monterrey ha tenido, como todas las grandes urbes del mundo, épocas buenas y malas. Durante la penúltima década del siglo XIX vivió una especialmente buena, con prosperidad económica y buena seguridad. Gran parte de esto provenía de la industria que crecía a tal velocidad que requería cada vez más y más mano de obra. Cientos de familias migraron de todas partes del país en búsqueda de trabajo, y muchas de ellas se asentaron al norte de la ciudad. 

 

Eligieron vivir ahí porque en ese rumbo había un importante polo de desarrollo: La cervecería, La vidriera y los ferrocarriles, entidades que ofertaban empleos y había tierras cercanas en donde asentarse en forma regular o irregularmente. Así, las labores cercanas fueron convirtiéndose en improvisadas colonias de familias que pagaban renta o en el último de los casos eran “paracaidistas” y todas tenían necesidades de servicios públicos y espirituales.

 

El arzobispo de Monterrey era Santiago de los Santos Garza Zambrano, que se distinguía por su sensibilidad para identificar las necesidades de su grey. Fue él quien proyectó la construcción de un nuevo templo por la Calle Colegio Civil en el cruzamiento de la calzada Unión, ahora calzada Madero, considerada el límite norte del primer cuadro de la Ciudad. Este templo atendería a toda la población ubicada al norte de la ciudad, dependería de la Catedral y estaría dedicado al culto de la Santísima Trinidad. 

 

Qué es la Santísima Trinidad

 

Se trata de un concepto cristiano donde hay un solo Dios en tres personas: Dios padre, Dios hijo y Dios espíritu santo. Dios es único, y esto constituye la base del monoteísmo. Ciertamente, todos los templos católicos están dedicados a Dios, y llevan nombres de santos para que sus buenos ejemplos sirvan de guía en la vida cristiana. Pero a los santos se les puede tener devoción, que son veneración y fervor religiosos, mientras que a la Santísma Trinidad se le debe tener latría. 

 

¿Qué es la Latría?

 

Latría es el culto y adoración que sólo se deben a Dios. Sin embargo, este mismo término sirve también de base para denominar a otros comportamientos que distorsionan el significado original, como son la Idolatría, o adoración a ídolos, y la Egolatría que es el amor excesivo por uno mismo.

 

La Santísima Trinidad tiene varias referencias bíblicas. En el Antiguo Testamento a Abraham se le aparecen tres hombres; y en el Nuevo Testamento, cuando a Jesús lo bautiza Juan, desciende una Paloma -figura que suele representar al Espíritu Santo-, sobre Jesucristo y se oye una voz -la de Dios Padre- diciendo “este es mi hijo amado en quien tengo todas mis complacencias”. Corresponde a Agustín de Hipona, en el siglo V, escribir sobre la Santísima Trinidad, promoviendo el culto a Dios con ese nombre. 

  

¿Cómo tuvo San Agustín la idea de escribir sobre La Santísima Trinidad?

 

Cuenta la tradición que  mientras San Agustín caminaba por la orilla del mar llamó su atención un niño que llevaba una cubeta llena de agua del mar, y fue a tirar el agua en un pozo en la arena. De nuevo corrió hacia el mar e hizo lo mismo. Entonces San Agustín le preguntó al niño por qué hacía esto.  

_“¡Quiero vaciar todo el océano con mi balde!”, contestó el niño. 

 

Ante tal respuesta San Agustín le dijo: _“¡Eso es imposible!”, pero el niño replicó diciéndo: 

_“¡Es mucho más fácil que yo vacíe este inmenso océano en la arena con mi cubeta, que  puedas comprender el misterio de la Santísima Trinidad!” 

 

Esto motivó a San Agustín para escribir una de sus más grandes e importantes piezas de teología, De Trinitate, obra en la que desde la razón humana explica los misterios de la existencia de un Dios único,  perceptible por el alma humana en tres personas. 

 

Para la mayoría de los cristianos, las tres personas de la Santísima Trinidad son: El Padre -Primera Persona de la Santísima Trinidad, Creador y la manifestación del poder, sapiencia, tiempo etc.-; El Hijo Jesucristo -Segunda Persona de la Santísima Trinidad, de doble naturaleza, con cuerpo de hombre y espíritu de Dios-; y el Espíritu Santo -la Tercera Persona de la Santísima Trinidad- la forma en que Dios habita el corazón de los hombres, conciencia, y bondad natural. 

 

La Revolución Mexicana interrumpe el proceso constructivo

 

Regresando al templo que se construiría en Monterrey, para 1890 apenas empezaban los trabajos de edificación, cuando una decisión del Gobierno varió el entorno. Desde los tiempos del gobernador Vidaurri (1851-1864) la calle donde se ubica era la última del Repueble del Norte, pero el gobernador Bernardo Reyes (1885-1909) la convirtió en la moderna Calzada Unión, con todo lo que ello significaba. 

 

La extensión de la Calzada Unión era muy grande; iba desde Juan Álvarez hasta la calle de la Zona Oriente, hoy Félix U. Gómez. Al poniente colindaba con el Cuartel Militar, gran obra porfiriana que recordaba a tirios y troyanos que además de la prosperidad económica y de la democracia simulada, su régimen político tenía la fuerza del ejército. 

 

La Calzada Unión tenía al centro un amplio camellón para caminar, con bancas y palmeras. El gobierno impulsó la construcción de grandes edificaciones y negocios de todos los giros, incluyendo los recreativos, como los teatros, y pronto se instalaron allí grandes monumentos como el Arco de la Independencia y el Ángel de la Federación. Esta grandiosidad obligaba a pensar y actuar en grande.

 

Ahora ya no podía levantarse un pequeño templo, por lo que, con el apoyo de Bernardo Reyes se planeó edificar un gran templo. En 1891, se construyó un largo cuarto de adobe con techos de madera a manera de Capilla provisional, que hoy aún funciona como tal. En el altar hay un óleo de la Santísima Trinidad siendo de madera la pared del fondo del presbiterio, así como el piso; su interior es bastante sencillo. 

 

Luego se construyó la gran nave con frente a la Calzada Unión y el fondo llegaba hasta la calle Arteaga; se levantaron las cuatro paredes de sillar, y se construyó un frontispicio de tipo neocolonial. El Templo de La Santísima Trinidad no se había terminado de construir en 1892, cuando se inauguró la Calzada Unión, pero la pequeña Capilla provisional daba buen servicio a los vecinos. 

 

Sin embargo, en 1911 estalló la revolución derrocando al régimen porfirista y el templo aún estaba inconcluso. Las imponentes paredes ya estaban terminadas, pero faltaba la techumbre, y con los movimientos revolucionarios se paralizaron las obras. 

 

Así permaneció por siete décadas y fue hasta los años ochenta del Siglo XX cuando se intentó concluir la obra. Se levantaron algunas estructuras de varilla y concreto, pero tampoco se pudo concluir; sin embargo, crecieron sus dimensiones. Se convirtió en un templo más grande, montado sobre el lado izquierdo del templo inconcluso, con techo de lámina galvanizada, la pared del presbiterio es de madera, y en lo que sería el Atrio del templo inconcluso se instalaron las oficinas.   

 

Considero que este templo, como todos los proyectos que tardan demasiado, para cuando se terminan ya son obsoletos. La feligresía que iba a dar servicio, la del norte de la Ciudad, ya tiene templos más cercanos. Sin embargo, el Templo de la Santísima Trinidad ha servido en funciones diversas para la estrutura eclesiástica. Se dan misas normalmente, y la capilla del frente está abierta para adoración del Santísimo. Es un Santuario en el que se puede peregrinar para el perdón de los pecados no mortales, y salvarse del purgatorio. 

 

 

 

 

  

FUENTES 

 

El Libro del Pueblo de Dios,  

Gn 18,20; Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22; Jn 1,29-34 

https://www.aciprensa.com/recursos/biografia-3162