La actriz Bette Davis rechazó el papel de Escarlata O´Hara en la película “Lo que el viento se llevó”, porque creía que el papel masculino protagonista sería para Errol Flynn, hombre con el que ella no podía trabajar.
Pero ese papel se lo dieron a Clark Gable, actor con quien Bette Davis se llevaba muy bien; la película fue todo un éxito y es ahora una de las clásicas del cine mundial.
Esto me recordó que en los años sesenta trabajaba yo de superintendente de obras en la Constructora Marroquín Toba. Su propietario -El ingeniero Ernesto Marroquín Toba- pronto me tomó confianza y en unos cuantos meses me colocó en el área de presupuestos de licitaciones públicas – el equivalente al área de ventas en otras industrias- y tuve la suerte de ganar para la empresa varias obras importantes.
En cierta ocasión nos invitaron a participar en dos licitaciones al mismo tiempo; una en el gobierno federal, y la otra en un fraccionamiento privado.
El ingeniero Marroquín Toba -el Marrocas, le decían sus amigos- era un hombre exitoso que no sufría con la toma de decisiones, y casi siempre le atinaba a las mejores.
La empresa no tenía capacidad de competir en las dos licitaciones, así que, sin pensarlo mucho, el Ingeniero me dio instrucciones de preparar el presupuesto para competir en la obra del gobierno, y que nos disculpáramos con el cliente privado.
Le pregunté cómo lo había decidido, pues la obra privada era más grande, y me dijo que esa empresa fraccionadora tenía un supervisor, el arquitecto N, demasiado exigente en la calidad y “remilgoso” para firmar las estimaciones de avance de obras.
Así se hizo, concursamos, pero no ganamos la licitación pública, y quien ganó la obra privada fue Contresa, del ingeniero Antonio E. Treviño.
Y luego nos presumió que le había ido bastante bien, porque la supervisión no se la dieron al arquitecto N, sino al ingeniero Lalo Tamez, un tipo de buen talante que además era amigo y paisano del ingeniero Marroquín Toba.
En esa ocasión le falló el cálculo al Marrocas; así como a Bette Davis.