05/May/2024
Editoriales

La Herencia

A la muerte de un hombre que trabajó toda su vida, como suele suceder, sus dos hijos se pelearon por la herencia, pues la redacción del documento era ambigua.  

Ellos nunca acabaron de ponerse de acuerdo cual propiedad le correspondía a uno, y cual al otro; qué negocio era para este y cuál para aquel. 

Al terminar de hacer el ejercicio y repartirse conforme a los avalúos, ambos se quejaban que al otro le había tocado la mejor parte. 

Se fueron a pelear en los tribunales y se nombraron peritos valuadores, pero uno acusaba al otro de comprar a su perito. 

Total que, en virtud de que no aceptaban ninguna solución, el juez nombró árbitro al ingeniero López Benavides, un viejo sabio con fama de rudo. 

López juntó a los hermanos peleados y les preguntó si ambos habían dicho la verdad en sus declaraciones ante el juez. Los dos dijeron que sí. 

Por tanto, López les hizo firmar un documento en el que los dos ratificaban que habían dicho la verdad y nada más que la verdad. 

Ya con el papel firmado, les dijo: considerando que ambos se acusan mutuamente de que el otro se quedó con la mejor parte de la herencia, y firmaron que eso es cierto, mi decisión es que se intercambien su herencia de inmediato, y quien no lo haga, se le confiscará su parte por el estado. 

 

Cuento clásico de la China, con adecuaciones y versión libre mía.