Editoriales

Los errores cuestan

En marzo de 1981 el fotógrafo estadounidense Carl McCunn rentó una avioneta a un aficionado a la aviación que era mucho más barato que los profesionales. Carl le pidió que lo llevara al remoto lago cercano al río Coleen, en Alaska.

Estuvo tomando fotografías increíbles de la vida salvaje del precioso lugar. Sin embargo, al terminar y ver que el avión no regresaba en el mes de agosto como habían pactado, revisó la confirmación de los datos de ubicación que le había dado al piloto. Antes de morir de hambre, McCunn se dio un tiro en la cabeza, y dejó explicado su caso en un diario. Los errores cuestan.