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Alerta Temprana y preparación, la mejor defensa ante los tsunamis

México - Porque nunca se sabe cuándo ocurrirán los tsunamis, pero sí se puede disminuir y mitigar sus efectos, la alerta temprana es la mejor defensa ante estos fenómenos, así como estar preparado para saber qué hacer, ya que la diferencia entre esto y el desconocimiento es sobrevivir. 

El término tsunami es japonés; internacionalmente se usa para designar el fenómeno que en español se denomina maremoto. Es una secuencia de olas enormes que se forman por terremotos del fondo marino, deslizamientos de placas submarinas, erupción de volcanes sumergidos y hasta por meteoritos.

La costa occidental del país, que abarca los estados de Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, la cual suma nueve mil 744 kilómetros, es una zona considerada de alto riesgo de tsunamis de origen local (de riesgo mayor).

Con el fin de proteger a la población de los efectos catastróficos de estos fenómenos naturales, en 2013 se estableció en México el Sistema Nacional de Alerta de Tsunamis, para el que son fundamentales cuatro componentes: el grupo científico, organismos técnicos, comunicación y difusión, así como la participación de la población.

El grupo de científicos establece los riesgos asociados con fenómenos perturbadores, medidas de preparación y autoprotección; los organismos técnicos se encargan de la medición y monitoreo del fenómeno para realizar pronósticos y emitir avisos.

Posteriormente se difunden las alertas públicas con información que active los protocolos de actuación preestablecidos y operados por las autoridades; y los planes de contingencia para que la población sepa qué hacer para disminuir los efectos negativos de estos fenómenos; en estos la preparación y simulacros son muy importantes.

El Centro de Alerta de Tsunamis (CAT) de la Secretaría de Marina (Semar) tiene el objetivo de procesar y analizar la información generada por los servicios de monitoreo sísmico y del nivel del mar en tiempo real (costero y oceánico), a fin de generar los boletines de alertamiento.

También se encarga de la difusión de las informaciones con base en los umbrales de emisión que sean establecidos, en coordinación con instituciones nacionales y extranjeras.

Durante las 24 horas del día, los 365 días del año, el CAT monitorea y analiza la información sísmica y del nivel del mar, y almacena la que sirva de base para la emisión de boletines de alertamiento de tsunamis con posibilidad de afectar el territorio nacional, que permita salvar y reducir la pérdida de vidas y bienes.

Medidas preventivas: acciones que salvan vidas

El Cenapred señala que en los últimos 280 años, 65 tsunamis han golpeado las costas del Pacífico mexicano, con olas de hasta 10 metros de altura, de ahí que lo mejor es estar preparado.

Por ello, se recomienda a las personas que viven o trabajan cerca de la costa del Pacífico del país (aproximadamente menos de un kilómetro o a 10 cuadras) acudir a la Unidad de Protección Civil o a las autoridades locales para saber si esas zonas están sujetas a este riesgo.

También es importante identificar las rutas de evacuación hacia lugares altos; ubicar los refugios temporales: que se instalan de emergencia o establecidos en forma permanente; procurar un lugar para proteger a los animales y equipo de trabajo; interrumpir el suministro de gas y de electricidad de la vivienda.

En caso de tener niños o familiares enfermos, de edad avanzada o con capacidades diferentes, prever cómo transportarlos; guardar fertilizantes e insecticidas en lugares a prueba de agua a fin de evitar contaminación; tener a la mano un botiquín de primeros auxilios y un radio portátil con pilas.

Después del tsunami es importante conservar la calma y tranquilizar a los familiares; permanecer fuera de las áreas de desastre, toda vez que la estancia en el lugar podría entorpecer las acciones de auxilio y rescate.

En caso de que las autoridades le soliciten el apoyo, prestar ayuda a las organizaciones de socorro, protección civil y autoridades militares y navales.

También es importante no ingerir ni comer alimentos que hayan estado en contacto con el agua del mar; antes de conectar sus aparatos eléctricos, cerciorarse de que estén secos, para disminuir el peligro de cortocircuitos, además de asegurarse de que no haya fugas de gas.

Así como informar de los daños al drenaje y a los sistemas de agua potable; acatar las instrucciones emitidas por las autoridades a través de la radio, televisión u otro medio de difusión, y no divulgar ni hacer caso a rumores.

Fenómeno que destruye litorales

Esta serie de olas destructivas es provocada por un fuerte sismo en el fondo del mar en los límites de la placa tectónica; cuando el suelo del océano en un límite de placa se eleva o cae de repente, desplaza el agua por encima de él y lanza las olas que se convertirán en un tsunami.

La mayoría de ellos ocurren en el ?anillo de fuego? del océano Pacífico, una zona geológicamente activa donde los cambios tectónicos hacen que los volcanes y los terremotos sean comunes, aunque también pueden ser causados por deslizamientos subterráneos o erupciones volcánicas.

México está situado en el ?Cinturón Circunpacífico? o ?Cinturón de Fuego del Pacífico?, zona geológicamente activa que genera 80 por ciento de los tsunamis; y en los últimos 283 años se han registrado más de 60 en las costas del Pacífico occidental, por lo que lo mejor es estar prevenidos.

De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), para el país un riesgo aún mayor son estos fenómenos generados por sismos en la Fosa Mesoamericana, que es la zona de hundimiento de la Placa de Cocos y de la Placa de Rivera bajo la Placa de Norteamérica, adyacente al litoral suroccidental.

Ejemplos de ello son los ocurridos en noviembre de 1925, que afectó a Zihuatanejo, Guerrero, con olas de 11 metros de altura; así como en junio de 1932, cuyas olas de 10 metros invadieron Cuyutlán, Colima, y causaron daños y pérdidas de vidas.

Este fenómeno también se presentó en septiembre de 1985 en Lázaro Cárdenas, Michoacán, e Ixtapa-Zihuatanejo, Guerrero, con olas de tres metros de altura, y en octubre de 1995, en varias poblaciones costeras de Colima y Jalisco, con olas de hasta cinco metros, las cuales causaron algunos daños de consideración y una víctima mortal.

Etapas, clasificación y daños

Los tsunamis tiene tres etapas: generación, propagación e enundación. En la primera, los sismos levantan verticalmente la corteza terrestre en el fondo marino; en la segunda, las olas del tsunami viajan a velocidades altas (800 kilómetros por hora) en mar abierto, y en la última, las ondas aumentan al arribar a la costa, pudiendo llegar hasta 10 kilómetros tierra adentro.

Estos fenómenos naturales se clasifican en locales, regionales y lejanos (remotos, transpacíficos o teletsunamis), según el lugar de arribo a la costa y la distancia (o tiempo de desplazamiento) desde su lugar de origen.

Los locales se originan a lo largo de la costa y penetran grandes distancias tierra adentro en poco tiempo; los regionales se generan a mil kilómetros del país y llegan en un lapso de tres horas; y los lejanos o transoceánicos surgen en el margen occidental del océano Pacífico y tardan entre ocho y 10 horas en tocar costas de México.

A su arribo los daños materiales causados por dicho fenómeno pueden ser primarios, secundarios y de impacto social; en el primer caso se deben directamente por la acción estática del agua (inundación, presión, flotación) en las estructuras, o por su acción dinámica (corrientes, fuerzas de arrastre), y rompimiento de las olas o rebasado de sus aguas en muelles y rompeolas.

Los secundarios son los ocasionados por el impacto de objetos flotantes o arrastrados por las aguas en estructuras fijas; incendios o explosiones, inducidos por el impacto de esos objetos en tanques de almacenamiento de combustible; líneas eléctricas caídas; derrumbe de edificaciones; contaminación por líquidos.

Mientras que los de impacto social son los que producen decesos y heridos, además de que se dañan las vías de comunicación, hospitales y escuelas, e interrumpe los servicios públicos, y las actividades cotidianas de la población.

La experiencia indica que la mayoría de las víctimas han sido quienes carecen de una preparación adecuada ante los tsunamis o desestiman las recomendaciones, por ello es necesario aprender a actuar en caso de que éstos se presenten.