26/Apr/2024
Editoriales

Neuroeducación y pensamiento complejo: Apuntes y reflexiones…

 

Prof. Titular consultante Rigoberto Pupo 

Doctor en Filosofía. Doctor en Ciencias

Universidad de La Habana, Cuba.

Pedagogo destacado del siglo XX cubano

Prof.  Emérito. Univ. "José Martí" de Latinoamérica, 2016

Premio Internacional por la obra de la vida, SHGE, NL, México, 2013.

Dr. Honoris Causa en Pensamiento complejo  y Prof. Emérito Multiversidad Mundo Real "Edgar Morin"

 

 

 

 

I. José Martí y el cerebro: una asombrosa visión ecosófico - compleja

II. La neuroeducación como nuevo paradigma cultural, mediado por la integración de saberes y el pensamiento complejo

III. Neuroeducación y hermenéutica ecosófica. Determinaciones y condicionamientos

 

 

I. José Martí y el cerebro: una asombrosa visión ecosófico - compleja.

 

 

 

La abstracción es la madre de la productividad: una idea en el cerebro debe cuidarse como la madre protege al hijo antes de nacer: hay que dejarla desarrollar, florecer y dar fruto. (“Mariano Fortuny”. The Sun. Nueva York, marzo 27 de 1881. OC. 28:124)

¡Quién que mide su cerebro con el de la naturaleza, no le pide perdón de haberse creído su monarca! (“Piedras, pollos y niños. —Progresos de la Ciencia. Petrografía. Incubadora de niños”. La América. Nueva York, febrero de 1884. OC. 8.432)

El deseo se sube al cerebro como el vino. (“Otros Fragmentos 27”. S/F. OC. 22:326)

 “[...] donde la naturaleza tiene flores, el cerebro las tiene también. (“Notas sobre Centroamérica”. S/F. OC. 19:84)

“Hay versos que se hacen en el cerebro: —estos se quiebran sobre el alma; la hieren, pero no la penetran. Hay otros que se hacen en el corazón. De él salen y a él van. Sólo lo que del alma brota en guerra, en elocuencia, en poesía, llega al alma”. (Ibídem, OC. 5:94; EJM. I:110)

“Prefiere el alma del corazón a la de la mente, y a la de la región de los deseos; pero la hegemonía no ha de ser de un alma sola, sino de la relación saludable de estas tres”. (“Bronson Alcott, el Platoniano”. S/F. OC. 13:188)

“Las imágenes devoran en la mente. No alcanza el tiempo para dar forma a lo que se piensa. Se pierden unas en otras las ideas en el mar mental, como cuando una piedra hiere el agua azul, se pierden unos en otros los círculos del agua”. (“Prólogo a ‘El poema del Niágara’”, de Juan Antonio Pérez Bonalde”. Nueva York, 1882. OC. 7:227)

 

“[...] la imaginación hace daño a la inteligencia, cuando ésta no está sólidamente alimentada”. (“Catecismo democrático”. El Federalista. México, diciembre 5 de 1876. OC. 8:53)

La mente sube de grados en el conocimiento, y contacto y creación de la hermosura. (“Hechos notables”. La América. Nueva York, septiembre de 1883. OC. 8:41)

II. La neuroeducación como nuevo paradigma cultural, mediado por la integración de saberes y el pensamiento complejo.

Sobre la base de la integración de saberes, la neuroeducación[1]  se ha convertido en un tema central del proceso enseñanza – aprendizaje. Es necesario conocer la complejidad del cerebro para elaborar estrategias educativas y ambientes de aprendizajes capaces de activar las múltiples posibilidades de la mente humana a través de experiencias significativas.

Según el neurocientífico Carlos Novo (Conociendo al cerebro para educar[2]): Se trata de un paradigma mediado por la integración de saberes, entre ellos la física -matemática, biología molecular y celular, genética, como bien afirma el Dr. Novo, así  como  la neurociencia, la pedagogía y la psicología.

 

 

 

 

(Figura capturada de Jesús Guillén en Neuroeducación el aula. De la teoría a la práctica) https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2017/06/19/neuroeducacion-en-el-aula-de-la-teoria-a-la-practica/

 

 

 

La naturaleza biológico – cultural de la neuroeducación, mediada por la integración de saberes propicia una comprensión sistémica del proceso enseñanza – aprendizaje.

 

Distintas definiciones de Neurociencia aplicadas a la educación (Neuroeducación)

 

Resultan bien interesantes las aproximaciones al concepto neurociencia aplicada a la educación de Carlos Garrido. Según este autor,  “estableciendo  la importancia de la educación en esta nueva configuración social, es que se necesitan cambios en la manera que concebimos el proceso educativo, ya que hemos de entenderlo como una entidad compleja e inteligente, capaz de aprender y además creadora de su propio conocimiento[1].

Seguidamente se apoya en otros destacados autores como Edgar Morin.“Para Morin (1999), escribe,  la pedagogía, la ciencia que estudia el proceso educativo,  requiere una forma de pensamiento distinta, que permita unificar diversos factores y elementos que se constituyen en la formación humana; es decir, utilizar un pensamiento complejo. Esta nueva forma de pensar, debe encaminar a los individuos y las naciones, hacia el bienestar, la evolución y la productividad, configurando su nueva esencia y personalidad.

Al comprender la complejidad como un paradigma, la pedagogía necesita complementarse con diversas áreas para lograr el desarrollo integral del ser humano, en donde prevalezca la colaboración interdisciplinar, multidisciplinar y transdisciplinar. Por lo tanto, se requiere una metodología de investigación común, capaz de establecer múltiples relaciones interdisciplinares y de conformar nuevos ámbitos de conocimiento[2].

Ante esta situación, “La neurociencia constituye un nuevo paradigma que permite analizar  y explicar el comportamiento humano inteligente desde perspectivas teóricas diferentes, pero que al mismo tiempo son complementarias, pues el hombre solo se completa como ser plenamente humano por y en la cultura. No hay cultura sin cerebro humano, no hay mente humana, es decir capacidad de conciencia  y pensamiento sin cultura. La mente humana es un surgimiento que nace  y se afirma en la relación CEREBRO-MENTE-CULTURA, donde cada uno  de los términos necesita al otro”.[3]

Por otra parte, Carlos Garrido apela a otra visión del tema, destacando cómo “para   Raúl Salas (2003) la neurociencia no solo se debe considerar como una disciplina, sino que es un conjunto de ciencias cuyo sujeto de investigación es el sistema nervioso, con particular interés en cómo la actividad del cerebro se relaciona con la conducta y el aprendizaje. Además, agrega Garrido, Kandel (2001) sostiene que su objetivo es comprender los procesos mentales, merced a los cuales  percibimos, actuamos, aprendemos y recordamos.

Al mismo tiempo, el autor hace hincapié  que “si bien los hallazgos de la neurociencia tienen implicaciones para la teoría, es necesario validar este conocimiento desde el aula, de manera que las explicaciones  sean contingentes y permitan profundizar en el conocimiento acerca de las condiciones bajo las cuales el aprendizaje puede ser más efectivo; por otro lado. Ejemplo de esto es el Diseño Universal de Aprendizaje que nace a partir de las consideraciones de la Neurociencia emocional y social”[4]. Igualmente enfatiza la necesidad de establecer vínculos sólidos entre  neurociencia y educación, así como otras mediaciones que posibiliten un diálogo fecundo para bien del proceso enseñanza - aprendizaje

Para Ana Lucía Campos: “Las diferentes investigaciones realizadas año tras año vienen revelando, por un  lado, conocimientos más confiables sobre las funciones cerebrales complejas, las cuales son estimuladas, fortalecidas y evaluadas día tras día en los centros educativos; y por otro lado, vienen ayudando a entender el proceso de desarrollo cerebral que empieza en el útero materno y sigue durante las diferentes etapas del ciclo vital, donde herencia genética y entorno se entrelazan y definen el desarrollo de la persona; todo esto permite al educador conocer más profundamente al ser humano  que está formando”[5].

 

 

 

 

III. Neuroeducación y hermenéutica ecosófica. Determinaciones y condicionamientos

Resulta interesante abordar la neuroeducación desde la hermenéutica ecosófica, pues revela la similitud y analogía entre el cerebro y el Universo en sus mediaciones varias.

 

 

 

 

 

El cerebro, en sí mismo, es un cosmos de aprehensiones múltiples. Sobre esto existen muchas investigaciones interesantes que establecen una relación estrecha entre el cerebro y el cosmos, donde el primero hace de metáfora del segundo.

“Como una especie de ecos dinámicos, autorreplicantes, encontramos un sinnúmero de ejemplos que nos remiten a la íntima sintonía que une al microcosmos con el macrocosmos. Y sin duda la más majestuosa de estas manifestaciones, al menos para un ser humano, es la proyección analógica entre nuestro cerebro y el universo”[1].

Igualmente la revista Nature ha publicado en su apartado de Reportes científicos un resultado donde  se comprueba que los diálogos eléctricos que sostienen las células del cerebro humano forman una réplica de las figuras que adoptan las galaxias al expandirse[2].

El cerebro es una mónada compleja un cosmos que semeja el Universo. Al mismo tiempo, “(…) es el soporte físico a través del cual se objetivan las funciones de la mente, y se expresan, según los casos, diferentes grados y profundidades de conciencia.

La mente es la capacidad de pensar, razonar, ordenar ideas, crear relaciones entre ellas, concebir cosas, ver con y más allá de los sentimientos.

La conciencia es el amplio campo de acción en el que se mueve la mente, aunque también intervienen las impresiones y percepciones físicas, las emociones, las intuiciones, el mundo de la imaginación y las experiencias metafísicas. Es todo un universo que se apoya en la materia, pero se amplía hasta planos inconcebibles”[3].

Esta visión integradora, sistémica y cósmica del cerebro permite desarrollar un discurso coherente, analógico - icónico, desde la hermenéutica ecosófica.

Los textos – ensayos de Martí, son joyas hermenéuticas ecosóficas, porque comprendió el sentido cósmico del cerebro y la mente humana. Su ensayo “Emerson es un ejemplo de ello.. Es que su ensayismo mismo, es una mónada, donde se refleja el mundo entero como cosmos, como universo, como naturaleza, ¿Y por qué no como cultura, si para el Apóstol cubano, la relación hombre – naturaleza, es un proceso donde la naturaleza se humaniza y  el hombre se naturaliza? Una eterna comunión, a manera de recíproca conversión. “La vida - refiere a Emerson - no le inquieta: está contento, puesto que obra bien: lo que importa es ser virtuoso: «la virtud es la llave de oro que abre las puertas de la Eternidad»: la vida no es solo el comercio ni el gobierno, sino a más, el comercio con las fuerzas de la naturaleza y el gobierno de sí: de aquellas viene este: el orden universal inspira el orden individual: la alegría es cierta, y es la impresión suma, luego, sea cualquiera la verdad sobre todas las cosas misteriosas, es racional que ha de hacerse lo que produce alegría real, superior a toda otra clase de alegría, que es la virtud: la vida no es más que «una estación en la naturaleza» (…) mejor que rebelarse es vivir adelantando, por el ejercicio honesto del espíritu sentidor y pensador.

La hermenéutica ecosófica discursiva martiana, interpreta la realidad con sentido cósmico, porque ella misma es un Cosmos pensante que siente, actúa, valora y se comunica. Una comunicación que no pone límite. Se despliega como Logos buscador que unifica y diversifica para captar el todo vivo como sistema abierto. El objeto de la vida, y también la verdad que afanosamente buscamos, no son aprioris dado en sí y por sí. Son  procesos complejos culturales. “¿Y el objeto de la vida?- Pregunta Martí- El objeto de la vida es la satisfacción del anhelo de perfecta hermosura; porque como la virtud hace hermosos los lugares en que obra, así los lugares hermosos obran sobre la virtud. Hay carácter moral en todos los elementos de la naturaleza: puesto que todos avivan este carácter en el hombre, puesto que todos lo producen, todos lo tienen. Así, son una la verdad, que es la hermosura en el juicio; la bondad, que es la hermosura en los afectos; y la mera belleza, que es la hermosura en el arte. El arte no es más que la naturaleza creada por el hombre. De esta intermezcla no se sale jamás. La naturaleza se postra ante el hombre- y le da sus diferencias, para que perfeccione su juicio; sus maravillas, para que avive su voluntad a imitarlas; sus exigencias, para que eduque su espíritu en el trabajo, en las contrariedades, y en la virtud que las vence. La naturaleza da al hombre sus objetos, que se reflejan en su mente, la cual gobierna su habla, en la que cada objeto va a transformarse en un sonido. Los astros son mensajeros de hermosuras, y lo sublime perpetuo. El bosque vuelve al hombre a la razón y a la fe, y es la juventud perpetua. El bosque alegra, como una buena acción. La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Y el hombre no se halla completo, ni se revela a sí mismo, ni ve lo invisible, sino en su íntima relación con la naturaleza. El Universo va en múltiples formas a dar en el hombre, como los radios al centro del círculo, y el hombre va con los múltiples actos de su voluntad a obrar sobre el Universo, como radios que parten del centro. El Universo, con ser múltiple, es uno: la música puede imitar el movimiento y los colores de la serpiente. La locomotora es el elefante de la creación del hombre, potente y colosal como los elefantes. Solo el grado de calor hace diversas el agua que corre por el cauce del río y las piedras que el río baña. Y en todo ese Universo múltiple, todo acontece, a modo de símbolo del ser humano, como acontece en el hombre. Va el humo al aire como a la Infinidad el pensamiento. Se mueven y encrespan las aguas de los mares como los afectos en el alma”.

La hermenéutica ecosófica martiana, dirigida a “una nueva inteligencia del oikos (de la casa del mundo) y a una renovación práctica del ethos (de los modos de habitar)”, deviene aprehensión comprensiva cósmica, sobre la base de la analogía, la diferencia y el amor fundante del hombre virtuoso. Una interpretación pletórica de razón y    sensibilidad natural humanas.

Hay una concepción unitaria del ser complejo, cualificado por la analogía, el equilibrio y la armonía universal.  "Martí vivió -dice Vitier- como una fuerza espiritual -eso era en esencia- en contacto perpetuo con el misterio del universo.  Recuérdese aquella línea de sus versos sencillos: "y crece en mi cuerpo el mundo"

De ahí que sintiera como suyo ese modo de panteísmo que vibra en Emerson, desligado de todo credo formal.  Así dice Martí: "Para él no hay cirios como los astros, ni altares como los montes, ni predicadores como las noches palpitantes y profundas."

Quién lea los Versos Sencillos hallará no pocas estrofas transidas de eso que pudiéramos denominar sensibilidad cósmica.  Se siente allí un espíritu atraído por la Naturaleza, ganoso de descansar de los hombres...

                                    "Yo sé de Egipto y Nigricia,

                                    de Persia y de Jenofonte,

                                    y prefiero la caricia

                                    del aire fresco del monte."

                                    "Yo sé las historias viejas

                                    del hombre y de sus rencillas,

                                    y prefiero las abejas

                               volando en las campanillas."

Al sentido cósmico, presente en el pensamiento filosófico de Martí, M. Vitier agrega, el finalismo, que según él, "(...) late acá y allá en sus artículos.  Recuérdese esta aserción suya: "corren leyes magníficas por las entrañas de la Historia".  Esos credos, que caen en lo metafísico, le robustecían la fe en cosas más inmediatas y palpables.  He ahí cómo lo cotidiano se nutre de lo eterno.  Esa es la unidad profunda que vio.  Vidente, pues, en ese sentido.

A veces declara explícitamente su visión de la existencia. Es insustituible su texto a ese respecto: "Que el Universo haya sido formado por procedimientos lentos, metódicos y análogos, ni anuncia el fin de la Naturaleza ni contradice la existencia de los hechos espirituales". Insiste en eso -en la sustantividad de lo espiritual-.  Él le halla esfera propia.  También gravitan sus concepciones en torno a la unidad de todo.  Por eso dice: "El Universo, con ser múltiple, es uno".

En la Cosmovisión martiana, la espiritualidad del hombre es esencial, su subjetividad, como agente histórico-cultural.  Lo que no significa que lo hiperbolice.  Para él, lo material y lo espiritual constituyen una unidad inseparable.  Recuérdese la polémica en el Liceo Hidalgo, de México.  Incluso aboga por una filosofía de la relación que no separe lo ideal y lo material, que no discurra hacia los extremos.  Simplemente que lo aborde en su relación, pues “Yo no afirmaría la relación constante y armónica del espíritu y el cuerpo, si yo no fuera su confirmación’’.

Hay en Martí, en su pensamiento, acuciantes notas espiritualistas.  Cree en la preexistencia y postexistencia del alma, en la superioridad del espíritu, sin embargo no se desliga de   la   realidad  inmediata.   Sus  convicciones  ideopolíticas (culturales) terrenalizan su tendencia especulativa, sin matar su raíz utópica y su miraje hacia lo absoluto y lo grande, pues en su criterio: "menguada cosa es lo relativo que no despierta al pensamiento de lo absoluto.  Todo ha de hacerse -declara Martí, de manera que lleve la mente a lo general y a lo grande.  La filosofía no es más que el   secreto   de   la  relación  de  las  varias  formas  de existencia".

En su epistemología hermenéutica somete a crítica el apriorismo y el subjetivismo. Defiende la analogía sin absolutizaciones estériles.  Considera la realidad como fuente del conocimiento.  "En el hombre, -cree Martí- hay fuerza pensante, pero esta fuerza no se despierta ni desarrolla, sin cosas pensantes."   Además "hay armonía entre las verdades, porque hay armonía entre las cosas".

Su epistemología, siguiendo la tradición cubana, se expresa como sensorracionalismo, donde lo sensorial y lo racional son dos momentos de una unidad y un proceso único inseparable, en pos de la aprehensión cósmica de la realidad.

Al mismo tiempo, su siempre razón utópica -rasgo propio de los grandes pensadores fundadores- no lo lleva a separar la teoría de la práctica.

El "espiritualismo martiano", la sustantivación de la subjetividad humana, tampoco restan valor a su hermenéutica ecosófica. En   su  concepción,  el  hombre,  como  sujeto  socio-cultural, reproduce de forma compendiada la totalidad del Universo. La naturaleza -concepto amplio en Martí- integra todo, lo espiritual y lo material ; pero el hombre, es por sobre todas las cosas, un ser activo, hacedor de historia, cultura,  y al mismo tiempo, condicionado sociohistóricamente, pues "nada es un hombre en sí, y lo que es, lo pone en él su pueblo".

Una hermenéutica ecosófica puede hacer mucho en los tiempos actuales, si es capaz de fundarse en la neurociencia con cauce educativo e interpretar el espíritu del mundo con ansias de humanidad, y aprehender la conducta  del hombre en su complejidad real, como eticidad concreta, sin imposiciones epistemológicas ni abstractos apriorismos. Interpretar la realidad subjetivamente, y seguir la lógica especial del objeto especial, y no dar la espalda al drama humano, como aconsejaba Marx, no pueden pasar inadvertidos, si se quiere “hacer camino al andar”…

Y hay que hacer camino al andar… No queda otra alternativa, si queremos que emerja una cultura del ser y una ética del género humano que garanticen la existencia de la vida presente y futura.