25/Apr/2024
Editoriales

Las jergas locales

A finales de los años noventa, como funcionario federal, tenía que viajar a Tuxla Gutiérrez.

Debía revisar cómo verían ciertos cambios los beneficiarios de los programas de nuestra dependencia y le avisé al Delegado estatal en Chiapas.

_Pedro, mañana en el primer vuelo saldré a Tuxtla, quiero que recorramos juntos las comunidades donde hemos dado más apoyos, pasa por mí al Aeropuerto y llévate un buen coche listo para salir a carretera.

El Delegado era un activísimo chiapaneco, pero tardó en reaccionar, cuando yo esperaba una rápida respuesta.

_¿Me escuchas Pedro? ¡contesta!

_Si señor, estoy escuchando.

_¿Hay algún problema? ¿Oíste lo del coche?

_Si señor, allí estará sin falta.

Me extrañaba su actitud, y pensé que no estaba de acuerdo con mi visita, pues no era normal su lentitud al responder.

En punto de las seis horas del día siguiente ya estaba abordando el avión.

El vuelo fue tranquilo, aterrizamos en el aeropuerto de Tuxtla sin novedad, pero no estaba el Delegado esperándome, así que le llamé al celular y no me contestó, transformando mi extrañeza en molestia.

Lo esperé un tiempo prudente, y decidí pagar taxi para ir a las oficinas locales de la dependencia, sin dejar de imaginar las razones que tendría Pedro para no querer que su jefe fuera a las comunidades apoyadas.

Absorto en ese análisis, no advertí en la Terminal Aérea un inusual movimiento, en el inconsciente supuse que estaría arribando algún político importante y por eso no le di mayor importancia.

Abordé el taxi sentándome en el asiento trasero, pero éste no se movía debido a la algarabía existente.

_¿Qué sucede? Pregunté al chofer cuando vi el alboroto ¿A quien espera toda esta gente?

_A nadie señor, se trata de uno que se volvió loco, contesta el taxista.

_¿Y quién es ese que se volvió loco? ¿Lo conoces?

_No, sólo se que le dicen el Pedro y es de Tuxtla.

_¿Y por qué dices que se volvió loco ese tal Pedro? Pregunté

_Es que, imagínese, trajo al aeropuerto un coche.

_¿Cómo que trajo un coche? Aquí hay muchos.

El taxista me vio por el espejo retrovisor extrañado y dijo que él no veía a ninguno.

_¿Usted no ve ningún coche? ¿Y éste donde nos movemos qué es?

_No señor, esto aquí se llama automóvil, yo me refiero a un cochi, a un cerdo, como le dicen ustedes los de fueras.

En ese momento entendí la confusión, me bajé del taxi y vi a Pedro, el Delegado con un enorme marrano; allá la palabra cochi o coche se usa para referirse a los cerdos.