Internacional

Tráfico de arroz en la frontera entre Benín y Nigeria

 

 

 

En la localidad de Owode, cerca de la frontera entre Benín y Nigeria, los conductores de mototaxis se han convertido en contrabandistas de arroz, usando artimañas propias de los traficantes de cocaína.

Deslizan algunas bolsas de arroz basmati debajo del asiento y van haciendo zigzags entre los controles aduaneros y el ejército nigeriano desplegados desde finales de agosto a lo largo de 700 km de frontera.

Si no los pillan, los contrabandistas ganan unos cientos de nairas, el equivalente a unos céntimos de dólar. Para ellos es una fortuna desde que el gobierno nigeriano decidió, de la noche a la mañana, cerrar la frontera.

Se acabaron los tiempos en los que transportaban miles de sacos de 50 kilos de arroz de contrabando en los portaequipajes de las motocicletas. Y los sobornos a agentes para comprar su silencio.

Los conductores de mototaxis estiman que cada día entraban ilegalmente unos 3.000 sacos de arroz en Nigeria.

"Ahora los aduaneros y el ejército nos disparan como si fuéramos conejos", asegura Adewole, tartamudeando de miedo. Sus hijos no pueden ir al colegio por falta de dinero para pagar la matrícula. Ni siquiera le llega para alimentarlos. "Si hubiera suficiente arroz en Nigeria no necesitaríamos importarlo", afirma.

- Contrabando a gran escala -

Oficialmente, la producción local de arroz aumentó 60% desde 2013 (4,78 millones de toneladas en 2018). Parece una estimación por lo alto pero aunque la cifra fuera exacta esta cantidad es insuficiente para los 190 millones de nigerianos que se gastan aproximadamente el 10% del presupuesto destinado a comida en este alimento básico.

Todo el mundo es unánime. "A nadie le gusta el arroz nigeriano. No es sabroso y es demasiado caro", comenta la gente en los mercados.

El presidente Muhammadu Buhari promueve una política agrícola e industrial enfocada en el Made in Nigeria y en diversificar la economía, basada en el petróleo. Para ello en agosto impuso un "cierre parcial de la frontera" con Benín y a mediados de septiembre, "el cierre total de todas las fronteras" (Benín, Níger, Chad).

"Nigeria no podía quedarse de brazos cruzados viendo a esos países prosperar en detrimento de nuestra economía", declaró el controlador general de las aduanas nigerianas, el coronel Hamid Ali.

Este bloqueo total es una verdadera asfixia económica para los países vecinos, sobre todo para Benín, cuya actividad portuaria representa una importante fuente de ingresos. Además los benineses se beneficiaban del contrabando de gasolina a bajo precio procedente de Nigeria. La importan ilegalmente desde hace décadas.

- 'Esto no es una isla' -

Benín sufre, pero no tanto como los nigerianos, afirma Adedayo Ademuwagun, analista del gabinete de estudios Songhai, que lo califica de "política proteccionista de un nivel extremo".

El gobierno nigeriano cree que si no se importa suficiente arroz los agricultores se verán obligados a producir más, explica. "Esto no funciona así", advierte.

A la espera de las próximas cosechas de arroz nigeriano y de la mejora de la seguridad en las regiones rurales, el gran mercado de Ajara, en la ciudad fronteriza de Badagry, está vacío. Ya casi no queda arroz, ni macarrones, ni aceite o azúcar.

"No podemos depender sólo de la producción local", lamenta el presidente del mercado, Todowede Baba Oja. "No vivimos en una isla. Dependemos los unos de los otros".

Frente a esta penuria, el precio del arroz se ha disparado, pasando de 9.000 nairas (22 euros, 24 dólares) por un saco de 50 kilos a 22.0000 nairas (55 euros, 60 dólares), o sea más que el salario mínimo mensual (18.000 nairas).

Incluso el carnicero de Ajara que vende carne local anda escaso de clientes y tuvo que subir los precios para cubrir pérdidas. "La gente no tiene dinero", lamenta.