Internacional

Migrantes menores no acompañados, solos frente a los peligros de los Balcanes

En un parque de Belgrado, un grupo de chicos, sentados en la hierba, disfrutan del sol, pero no se trata de un pícnic. Son "menores no acompañados", el nombre oficial que recibe una de las categorías más vulnerables de migrantes.

Viajan miles de kilómetros solos, sin sus familiares, y tienen que contactar con los traficantes a lo largo del camino para ir cruzando fronteras.

Aunque la denominada "ruta de los Balcanes" fuera oficialmente clausurada en 2016, en la región se está produciendo una nueva ola de refugiados que siguen llegando pese a la pandemia del coronavirus.

En Serbia se registraron unos 30.000 en la primera mitad de 2020, casi el triple que el año anterior. De estos, 1.200 son menores, el más joven de ellos solo tiene 7 años.

En el parque, un joven afgano de ojos verdes, de 14 años, cuenta que partió en febrero después de que los talibanes mataran a su padre, a sus dos hermanos mayores y a dos tíos.

"Mi madre decidió que debía irme", declara a la AFP Ahmed, un nombre ficticio para proteger su identidad.

Seis meses, 4.000 km -la mayoría a pie- y cinco países después, Ahmed se encuentra en Serbia.

"Cuando pasamos de Afganistán a Irán, tomamos la ruta de las montañas. Nevaba, doce personas murieron de frío", recuerda el adolescente, con voz temblorosa.

- Estrés postraumático -

Los jóvenes como Ahmed tienen que hacer frente a multitud de peligros. Lidiar con los traficantes, evitar a la policía fronteriza o encontrar lugares donde dormir en distintos países, son varios de los riesgos con los que se topan en el camino.

Más de un tercio de ellos padecieron violencia física, psicológica y sexual, según cifras de Médicos Sin Fronteras (MSF).

Dan cuenta de "chantajes, torturas y violaciones", explicó a la AFP Naasa Toskic, ex psicóloga de MSF.

La mayoría sufren problemas de ansiedad, depresión, abuso de sustancias ilícitas o problemas de comportamiento agresivo y autoagresivo.

"Los que padecen SSPT (síndrome de estrés postraumático) son más numerosos que los que no muestran ningún síntoma", precisó.

Los centros de acogida también pueden ser peligrosos.

En junio, apareció un video en el que se veía a unos guardias golpeando a menores en el campo de Bogovadja, donde un empleado del centro social tiene a 330 niños a su cargo.

En marzo, seis migrantes fueron detenidos en Bosnia, sospechosos de haber violado a varios menores en un campamento.

- Violencia policial -

Desde 2015, cientos de miles de migrantes han atravesado los Balcanes. Las rutas se cerraron, pero los traficantes encuentran el modo de hacer pasar a los refugiados, a veces metiendo a 20 en un automóvil.

Belgrado es un centro importante. Desde la capital serbia, los traficantes envían a los migrantes hacia las vecinas Hungría, Croacia y Bosnia.

Los precios pueden alcanzar hasta los 8.000 euros por migrante (9.500 dólares), lo que los obliga a contraer enormes deudas, señaló Vladimir Sjekloca, de la oenegé Centro para la política de crisis y la reacción.

"Solo pueden pagar una parte de la suma", declaró a la AFP. Por ello, algunos dejan a los jóvenes en una "forma de esclavitud".

Todos los niños con los que contactó la AFP mencionaron actos de violencia policial al ser interceptados en las zonas fronterizas, algo que los países de la región niegan o tratan de "incidentes".

La mayoría son obra de policías croatas y húngaros, según los testimonios recabados por la oenegé Red de vigilancia de la violencia fronteriza.

En 2020, la organización fue informada de 40 incidentes contra grupos de migrantes donde había menores, incluso bebés de cinco meses.

- Quedarse en Serbia -

Karox Pishtewan, un refugiado kurdo, llegó a Serbia hace tres años con "el miedo en el vientre" , cuando tenía 16 años.

Tras haber pasado por un orfanato, es uno de los pocos que ha logrado obtener el estatus de refugiado en Serbia y ahora trabaja como traductor en una organización de defensa de los derechos humanos.

"Por todas partes en Europa es lo mismo, eres el migrante y el extranjero", comenta el joven, de 19 años en la actualidad, mientras ordena su apartamento de Belgrado.

Ante ese panorama, intenta convencer a otros jóvenes migrantes de que se queden en Serbia.

Cuando llegó allí, el país tenía buena fama por el enfoque humano que le había dado al fenómeno migratorio, a diferencia de lo que hicieron otros países vecinos, que levantaron vallas en sus fronteras.

Sin embargo, la mayoría de ellos desea continuar su camino, pese a los riesgos.

"No tengo elección, sé que la muerte me amenaza en el camino, pero también me amenaza en casa, así que no hay diferencia", sostiene Ahmed.