04/May/2024
Editoriales

Un rey carismático

 

Ciertamente un rey, para llegar a serlo y para consolidarse como gobernante debe tener carisma. Sin embargo, eso no lo es todo, pues debe gobernar bien y eso no todos pueden.

Entre los habitantes del antiguo pueblo de Israel, había un joven pastor de ovejas que tocaba la cítara y entonaba cánticos de su autoría que con el tiempo, se llamarían salmos.

  Saúl, rey de Israel, por las más diversas razones, seguido se enfrentaba a moabitas, ammonitas y amalecitas, a excepción de los filisteos, azote de la región, con quienes peleaba por la soberanía israelita.

La vida del joven pastor de ovejas, como la de los demás, transcurría sin mayores sobresaltos, pero cuando había que demostrar valor ante las fieras, él lo hacía bien, por lo que era respetado por todos, a pesar de su corta edad.

Así que el profeta Samuel, enviado por Dios, lo identificó y recomendó al monarca que invitara al palacio al carismático joven para que lo conociera, y así lo hizo.

Agradó tanto su presencia, que le ofreció quedarse a vivir allí, oferta que fue aceptada por el pastor de ovejas, incluso, se inscribió en el ejército como apoyador de sus hermanos que estaban en el frente de combate contra los filisteos.

Esta fue su primera acción de muchas que agradaron a los cortesanos, pues cuando había que demostrar arrojo, el joven destacaba más que en la música.

Su popularidad fue creciendo al grado que Jonatán, el hijo mayor de Saúl buscó su amistad, pero fue tan obvia que incomodó al mismo rey.

Pasado breve tiempo, incrementó su presencia al correr la versión de que el joven aspiraba a conquistar el premio ofrecido por Saúl a quien derrotara a un  gigantesco soldado que se había

convertido en emblema del ejército filisteo, y propinándole las últimas dolorosas derrotas al israelita.

La cabeza de Goliat tenía un precio: la exención vitalicia de impuestos y la mano de Míkal, la hija menor del rey.

Se anotó para el reto, en la mismísima frontera de guerra contra los filisteos.

El gigante llamado Goliat insultaba a todos los israelitas frente del rey Saúl, retándolos a un combate cuerpo a cuerpo. El joven preguntó lo que ya sabía, que era cuál sería el premio a quien derrotara al grandul.

Y al reconfirmar la recompensa, le dijo a Saúl que él quería medirse con Goliat, a lo que Saúl se negaba por ver mucha desproporción entrambos, pero el joven lo convenció y se alistó a pelear con solo una honda como arma.

El gigante, en medio de risotadas por la diferencia entre sus respectivos físicos así como en el armamento, se encamina rumbo a la línea de combate, donde estaba plantado el joven, quien al verlo, en vez de huir por su ominosa presencia, corre hacia él y con destreza carga con una piedra su honda, y la lanza con tal fuerza y tino, que pega en la mera frente del gigante quien cae sorpresivamente herido de muerte, por lo que el joven se acerca a arrancarle la cabeza con su propia espada.

Su fama corrió por todo el palacio y el pueblo de Israel, pero a estas alturas, ya Saúl estaba celoso, así que mandó a ejecutarlo de noche mientras dormía, pero su esposa Míkal se enteró y le avisó, pudiendo escapar del atentado, alejándose del palacio.

Se inició una cacería del popular joven ex pastor, músico y guerrero, hasta que Saúl por no entender los deseos de Dios, que abdicara en su favor, muere en combate y el apuesto joven accede al trono.

El nombre de este rey del pueblo de Israel no lo voy a revelar, pero les daré un tip: era muy enamorado y les llevaba serenata a las jóvenes que cumplían años.