El “quédate en casa” tan repetido por el zar anti Covid19 es algo muy difícil de hacer. Hay necesidades qué cumplir, antojos y costumbres semi-imposibles de erradicar, más sin embargo, quienes pueden y lo hacen, tienen una gran oportunidad de progresar intelectualmente.
Nunca habíamos tenido tanto tiempo disponible para la lectura y la reflexión.
Estoy convencido de que al término de la crisis sanitaria, la humanidad cosechará grandes obras producidas por tempestades de ideas, sentimientos y cavilaciones ininterrumpidas de grandes pensadores que ahora están surgiendo y no conocíamos.
Esto me recuerda la fábula del Capullo del Gusano, que describe cómo vivían juntos y felices dos gusanitos, hasta que uno de ellos decidió encerrarse en un capullo de seda. Su compañero intentaba convencerlo de que no lo hiciera pero el primero no lo escuchaba. _¡Vas a aislarte del árbol!, estás dejando jugosas hojas que están a tu disposición, le decía, pero el gusanito, decidido, no respondía a su amigo.
Fue a buscar ayuda de otros gusanos del mismo árbol que le gritaban: _No cierres aún, mira lo que dejas! Pero él se encerró en el capullo en su inexplicable vértigo.
_¡Qué tristeza, se volvió loco!, dijeron sus amigos; con lo simpático y joven que era.
Pasó un tiempo y encontraron roto y vacío el capullo.
Al no saber qué pensar o hacer, mejor ya no opinaron y siguieron mascando hojas y ramitas, olvidando a su amigo.
Mientras una bella mariposa se alejaba del árbol volando hacia el atardecer.
Estoy cierto de que hasta la pandemia tiene cosas buenas, y una de ellas es la transformación de muchos encapullados que pronto volarán alto, como la bella mariposa de la fábula.