03/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Mayo 05 de 1900: Arrancó con la sencillez de las obras grandes, la producción de la empresa Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey.  El gobernador, Bernardo Reyes estaba eufórico cuando inició la producción de Varilla, Alambrón, Poleas, Rieles, Ruedas para ferrocarril, Molinos de caña, Clavos y tornillos para las vías férreas, así como postes de transmisión eléctrica y estructuras de acero, de las llamadas “cabrillas”. Se trataba de la primera empresa de tal magnitud en México y en América Latina. Los inversionistas originales Vicente Ferrara, León Signoret, Antonio Basagoiti y Eugenio Kelly. Cada uno de ellos, aportaron sus capacidades y contactos internacionales para traer los técnicos que requería La Maestranza de Monterrey, que pronto fue el gran centro de trabajo para miles de neoloneses y migrantes de otros estados del país. 

El primer problema que enfrentó la empresa fue la venta de sus productos, motivo por el cual se contrató en 1907 al español Adolfo Prieto en 1907, quien terminó presidiendo el consejo de administración de tan importante empresa privada. 

Llegaron momentos difíciles cuando la revolución mexicana interfería con los planes de construcción de vías férreas que el presidente Porfirio Díaz, sembraba en todo el territorio nacional para comunicar a los estados del país, y en 1916 se consiguió internacionalizar las ventas de acero terminado, a países de oriente. En los años veinte se elevó la productividad del Horno Alto, al tiempo que la materia prima era traída del Cerro del Mercado, de Durango. La crisis económica de 1929 afectó las ventas de acero porque las obras públicas y privadas se detuvieron. Y sería hasta 1943 cuando creció la empresa con la construcción del Horno Alto 2, aunque un golpe fuerte sería la muerte en 1945 de don Adolfo Prieto. Entró a suplirlo Carlos Prieto, su sobrino, quien consiguió en los años cincuenta un crédito internacional que consolidaría sus pasivos, modernizando su producción con el Molino de Combinación Lewis (Nave Lewis). Sin embargo, dos décadas después, comenzó un proceso de deterioro financiero, obligándola a ser competitiva en los mercados internacionales, con más y más inversiones. Estas se utilizaron para adquirir el Horno B. O. F., y la Planta Peletizadora. Pero después llegó, en tiempos del presidente Echeverría, una devaluación que afectó la economía de la empresa por lo que la empresa se entregó al gobierno federal, quien la fusionó con Altos Hornos de México, creando SIDERMEX. Las presiones sindicales de los trabajadores y de los acreedores, hicieron crisis y en 2001 se cerraron definitivamente las puertas de la empresa, y hoy, gracias a un donativo que inició el gobernador Jorge Treviño con el presidente Miguel de la Madrid, y finiquitó Sócrates Rizzo con Carlos Salinas, tenemos el hermoso Parque Fundidora, que es el pulmón más grande de la ciudad metropolitana y donde se realizan espectáculos de clase mundial.