19/Apr/2024
Editoriales

Marzo 21 de 1811: prenden en Acatita de Baján, municipio de Castaños, Coahuila, a Miguel Hidalgo y a los más importantes insurgentes

Marzo 21 de 1811: prenden en Acatita de Baján, municipio de Castaños, Coahuila, a Miguel Hidalgo y a los más importantes insurgentes, así­ como a casi todo su ejército, cuando iban rumbo a Estados Unidos para refugiarse de las fuerzas realistas y a comprar armamento que les permitiera continuar la lucha por la independencia mexicana.

Los patricios buscaban la forma de guarecerse en San Antonio de Béjar, Texas, y habí­an hecho en Saltillo una escala para alegrarse un poco, pues la moral de las tropas insurgentes estaba muy caí­da, debido a la estrepitosa derrota sufrida a manos de Félix Marí­a Calleja en la batalla de Puente Calderón, cerca de Guadalajara.

Estaban descansando y tomando agua en Acatita de Baján, pues un dí­a antes José Marí­a Uranga les habí­a llevado el mensaje del "judas" Ignacio Elizondo, diciéndoles que en ese lugar podrí­an reposar sin peligro, ya que él y su gente los protegerí­an. Incluso les recomendó que fueran delante de su tropa Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y el gobernador de Nuevo León, Manuel de Santa Marí­a, porque la gente los recibirí­a con loas y honores.

 

Cayeron en la trampa del traidor Elizondo, pues llegaron los realistas y prendieron primero sin mayor problema a Hidalgo que llegó antes, y al llegar Allende, lo instaron a rendirse pero éste se defendió, sólo que al intentar sacar su arma, mataron a su hijo Indalecio, con lo que Allende se acalambró y lo apresaron. Al ver a sus jefes detenidos, la tropa se rindió. Atrás habí­an quedado los esfuerzos de este valiente grupo de mexicanos que tomaron la Alhóndiga de Granaditas en septiembre anterior, y luego marcharon rumbo a la ciudad de México y en el camino habí­an derrotado a los realistas en la exitosa batalla del Monte de las Cruces.

Se olvida a veces que a finales de octubre, un triunfante y optimista Mariano Jiménez fue a hablar –a nombre de Hidalgo- con el virrey Venegas de Saavedra para instarlo a que entregara la plaza de la ciudad de México sin derramar sangre, pero nada consiguió. Lo que sí­ es inolvidable, es el error que cometen los insurgentes y les cuesta la derrota, pues en vez de entrar a tomar la ciudad de México, dado que su ejército ya era de 80 mil hombres, Hidalgo prefiere recular inexplicablemente a los Altos.

Por cierto, dí­as después, el 7 de noviembre, hubo un topetón entre los dos ejércitos en Aculco de donde sale victorioso el realista, por lo cual los insurgentes se dividen, Hidalgo va a Guadalajara y Allende a Guanajuato, pero éste se encuentra de nuevo con Calleja y vuelve a ser derrotado. Ante ese nuevo fracaso, Allende se une otra vez a Hidalgo y juntos pelean en Puente Alvarado tan solo para morder el polvo una vez más frente a Calleja, lo que acaba de distanciarlos el uno del otro por diferencias en los criterios militares. Ya presos en Acatita de Baján los grandes iniciadores de la guerra de independencia, son llevados a Monclova, y luego a Chihuahua, en donde les juzgan sin darles las mí­nimas consideraciones y de forma irregular los fusilan a todos. Esta fecha es memorable por este acontecimiento que marca el fin de la vida de los padres de la patria, y coincide con el 21 de marzo, pero de 1806, que nace don Benito Juárez Garcí­a, héroe nacional que merece los más importantes reflectores en su natalicio.