Mayo 5 de 1862: se libra en las cercanías de la ciudad de Puebla, la Batalla del 5 de Mayo, entre las tropas francesas, dirigidas por el conde de Lorencez; y el ejército nacional, dirigido por el general Ignacio Zaragoza.
Es la gesta militar más importante en la primera parte de la segunda intervención francesa en nuestro país, que demuestra la grandeza de un pueblo que sin tener la preparación ni el armamento competitivo contra el ejército de Napoleón III, considerado el mejor del mundo, lo derrota estrepitosamente, deteniendo aunque fuera por breve tiempo la toma de la ciudad de México.
El triunfo de los mexicanos fue producto de varios elementos, sobre todo, de la estrategia militar de Zaragoza, quien se había formado en las armas en el Ejército Liberal de Nuevo León. Las condiciones económicas y políticas del país eran pésimas; en 1861, la Guerra de los Tres años, ya había acabado pero adicional a todas las carencias de las clases populares, la deuda externa era impagable, así que el presidente Juárez declaró una moratoria de dos años para recuperar el crecimiento económico.
Sin embargo, en octubre de ese año, tres naciones deciden invadir México: España, Inglaterra y Francia. Buscaban cobrar su dinero pero en el fondo todas tenían otro interés particular: España quería recuperar México; Inglaterra extender su imperio en América al haber perdido las trece colonias que se le habían independizado y convertido en Los Estados Unidos; y Francia, abrir nuevos mercados cercanos precisamente a Estados Unidos.
Juárez propuso un acuerdo que se firmó llamado Tratados de la Soledad, por lo que España e Inglaterra retiran sus tropas, pero Francia, al contrario, refuerza su presencia e inicia una intervención armada invadiendo a México. Juárez convoca a toda la población a luchar y se conforma un ejército de 4 mil 800 hombres.
Ignacio Zaragoza, inteligente militar nacido en Bahía del Espíritu Santo, del estado de Coahuila y Texas, y formado en Nuevo León, es nombrado el 15 de enero de 1862, jefe del Ejército de Oriente, esperando una embestida en Puebla como camino del invasor francés rumbo a la ciudad de México. Así, el 5 de mayo de 1862, Lorencez ordena el asalto a los fuertes de Loreto y Guadalupe, pero fue rechazado con grandes pérdidas humanas pues intentó varias veces tomar las fortificaciones para, finalmente, retirarse huyendo y siendo perseguidos por la caballería mexicana. El general Ignacio Zaragoza envió un telegrama al presidente Juárez como preludio del parte de guerra iniciando con una frase que se hizo famosa: "Las armas nacionales se han cubierto de gloria".
Abro paréntesis para comentar que luego de dirigir con tanto éxito al Ejército de Oriente, en septiembre de ese mismo 1862, Zaragoza enferma de fiebre tifoidea y muere a los 33 años de edad. No alcanzó a ver cómo otro nuevoleonés, Mariano Escobedo, de nuevo derrota el 15 de mayo de 1867, ahora en Querétaro al ejército contrario a la república, y el emperador Maximiliano le entrega su espada en señal de rendición.
Cierro paréntesis comentando que parece broma cuando vemos que en Estados Unidos celebran más esta batalla que en nuestro país. Con ese cambio en la agenda cívica, hoy es un día normal, mientras en el vecino país del norte hay festejos, pues a ellos les hubiera cambiado su historia si Napoleón hubiese tenido a México bajo su control. Así que hoy, debemos sentinos orgullosos de la épica batalla del 5 de mayo.