El general Charles de Gaulle era un gigante; medía casi dos metros que, en sus tiempos, era una medida inusual. No sólo era grande físicamente, sino que su nombre es popular desde que encabezó la resistencia francesa anti – Nazi durante la Segunda Guerra mundial. Sin embargo, como todo político, De Gaulle tiene detractores, quienes lo acusan de soberbio, chovinista, e impulsor de la sub cultura francesa prevaleciente que descalifica todo lo que no sea francés. De Gaulle era una especie de mago que vendía al público muy bien sus ideas, y podía convencer en un programa de radio que una derrota militar había sido una victoria moral, por eso sus críticos lo califican como “El Max Factor de la política”. Una semana antes de que los alemanes entraran en París, De Gaulle fue nombrado viceministro de defensa. Lo primero que hizo fue irse a Londres para venderse ante Churchill para que considerara a Francia como una potencia más, y no como un enemigo, pues antecedentes históricos de enfrentamientos entre Francia e Inglaterra sobran.
El 18 de junio de 1940, Churchill habló por radio al pueblo inglés diciendo en vibrante discurso que, acabada (y perdida) la batalla de Francia, empezaba la de Inglaterra “the fines hour”, dijo. De Gaulle que era “invitado” a vivir en Londres recibió una solicitud de Churchill pidiéndole que hablara a sus paisanos franceses, quien aceptó y “l´appel du 18 juin” pasó a ser una “batalla ganada por Francia”. De allí en adelante la presencia de De Gaulle en Londres fue difícil para Churchill, quien escribió: La cruz más pesada que tengo que soportar durante la guerra es la de Lorena (símbolo de los partidarios de la Francia libre). Se tensaron tanto sus relaciones, que De Gaulle se enteró del Día D sólo 48 horas antes del desembarco en Normandía. Churchill dijo: Cada vez que tenga que decidir entre Europa y el mar abierto, elegiré el mar. Y cuando tenga que elegir entre Roosevelt y usted, elegiré a Roosevelt”. Claro que para llegar a ese punto, algo contó que Eleanor Roosevelt cada vez que hablaba con Churchill le decía “el insufrible señor de Gaulle”. Cuando regresa a Francia, de Gaulle se encuentra con su nombramiento de primer ministro, pero se retiró al poco tiempo. Sin embargo, en 1958 le mandaron llamar para que se incorporara a la vida pública pues Francia vivía tiempos difíciles. Había perdido las colonias de Túnez, Marruecos, y la guerra de Indochina.
Le quedaba sólo Argelia, que en ese tiempo era un territorio más de Francia. Pero los militares destacados en esos territorios no aceptaban la indigna capitulación, pues se planteaba que se les diera la independencia a esas colonias, y planeaban tomar París. De Gaulle frenó el golpe de estado, pues su discurso convence. Liquidó la IV república y fundó la V república, en la que de Gaulle quedó por encima del Parlamento. Francia pasaba a ser un régimen semi parlamentario y todas las leyes quedaban sometidas a su persona, un especie de dictadura en pleno siglo XX. En 1858 fue a Argelia y pronunció su famoso discurso “Je vous ai compris” asegurándoles a los unionistas que siempre serían franceses. Pero 6 meses después, se reúne en secreto en París con el FLN y a través de dos referéndums –que eran su especialidad- concedió la libertad a Argelia. Al final de su gobierno, de Gaulle vetó dos veces –en 1963 y en 1967- el ingreso de Gran Bretaña a la Comunidad Europea, pensando que si Europa tenía a Inglaterra, se minaba la grandeurfrancesa. Por otra parte, su agudeza mental era grande, siendo famosa su anécdota de cuando visitó al presidente Kennedy, pues mientras lo esperaba, la primera dama Jackeline trataba de quitarle su clásico gesto agrio diciéndole que ella tenía orígenes familiares franceses. De Gaulle volteó a verla frunciendo la nariz y le contestó: ¿Y eso qué? Yo también los tengo.