26/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Abril 06 de 1884: Se consuma la primera fusión bancaria de la historia mexicana. Se fusionan los Bancos Nacional Mexicano y el Banco Mercantil. Firman, por el Banco Nacional, Antonio Mier y Célis, Félix Cuevas y León Stein, que eran consejeros, junto con Edouard Noetzlin, secretario general del Banco Franco –Egipcio, y los señores Nicolás de Teresa, Manuel de Ibáñez y Rafael de la Huerta , por el Mercantil. Posteriormente, el 15 de mayo de ese año, se suscribe el contrato que establece los términos de la fusión de estas dos instituciones bancarias, para desaparecer y que emerja con sus activos y adicionados con otros europeos, el Banco Nacional de México, con un capital de 20 millones de pesos, mayoritariamente franco - mexicano.

El presidente de la República, Manuel González, estaba decidido a controlar las actividades financieras del país, y en esos días tomó varias medidas importantes para la economía nacional. Una de ellas fue reconocer el 29 de abril, que haber permitido que el Monte de Piedad emitiera billetes desde 1879 generó una grave crisis, por lo que en esa fecha canceló dicha autorización. Apenas en diciembre 20 de 1883 había estallado un gran motín popular en la ciudad de México en protesta contra la pérdida de poder adquisitivo de las clases más bajas en la escala socio económica y en contra de las monedas de níquel que generaban desconfianza entre la población pues los comerciantes les daban valores diversos a su criterio, aprovechándose de la ignorancia popular diciendo que ellos no estaban acostumbrados a que ese metal se utilizara como dinero, perjudicando sobremanera a la economía de los hogares pobres, y ese es el motivo por el que se inició un agresivo motín en La Merced que culminó en Palacio Nacional, y que debió ser atendido directamente por el presidente González, cancelando la moneda de níquel (registrado en la historia como El Motín del Níquel), con la consiguiente pérdida económica para la Hacienda Nacional. Manuel González preparaba su último informe de gobierno, que sería el 16 de septiembre de ese año, acto en donde leyó un documento en el cual declararía orgulloso irse tranquilo porque dejaba el gobierno en las manos más experimentadas: en las del caudillo Porfirio Díaz -quien era además, su compadre-.

Así regresó Porfirio Díaz a la presidencia de México, para no salir de ella sino hasta que estalló la Revolución Mexicana en 1910 y se sostuvo hasta el 25 de mayo de 1911 que presentó su renuncia, luego de que las tropas revolucionarias triunfaran en importantes batallas y su gobierno ya fuera insostenible. En fin, esa es ya otra historia, por ahora lo que recordamos es el nacimiento del Banco Nacional de México (BANAMEX), institución que luego de haber tenido como directores generales a lo largo de su historia a personajes de la talla de Agustín Legorreta, David Ibarra, Fernando Solana, Antonio Ortiz Mena, Alfredo Harp Helú, entre otros, hoy es subsidiaria de Citicorp Holdings, a su vez subsidiaria indirecta de Citigroup. Es una pena que los grandes bancos mexicanos no son de mexicanos, a excepción de BANORTE, pues los vaivenes políticos de nuestro país propiciaron que hubiera una nacionalización de la banca nacional, y luego una privatización, pero dejando la puerta abierta a los grandes bancos internacionales. Esto debe equilibrarse permitiendo el crecimiento de los bancos pequeños, pues entre ellos hay varios respaldados por empresas productivas mexicanas.