Editoriales

Las dietas

Uno de los males de estos tiempos es el sobre peso, pues abundan los alimentos cargados de grasas y azúcares que, combinados con el sedentarismo propio del siglo XXI, producen obesidad y debilidad ante las enfermedades, especialmente cardiovasculares. Esto generó una nueva industria que comercializa los regímenes alimenticios o las populares dietas.

El médico noeoyorquino Robert Coleman Atkins (1930 – 2003), dedicó su vida a promover la revolución dietética en la lucha por combatir el sobre peso. De eso vivió muy bien, pero como todos nos sucederá, un día murió. A él le tocó emprender el camino de la eternidad cuando accidentalmente resbaló en una placa de hielo en la calle y se golpeó en la cabeza.   

La “Dieta Atkins” es aún muy popular, pero polémica y desautorizada por la comunidad médica por estar basada en el consumo de proteínas y pobres en glúcidos de origen animal.

Este hombre encontró en el marketing a su mejor aliado pues por años su libro estuvo en el primer lugar de ventas y millones de personas en el mundo han seguido esa dieta.

El problema vino cuando se hizo público el informe médico de su fallecimiento, pues más que la veracidad del daño provocado por la caída, lo que llamó la atención es que venía el dato de su peso corporal, y ya superaba los cien kilos, lo cual no correspondía con su fotografía que ilustraba las pastas de su libro.

Su viuda, una rica mujer heredera de su fortuna, intentó satisfacer las dudas de sus molestos clientes indirectos que habían adquirido el libro y seguido su dieta, diciendo que no, que no estaba gordo, sino que pesaba tanto porque traía un problema de retención de líquidos desde que ingresó al hospital debido a la caída, pues el doctor sufría de problemas cardiovasculares. En forma automática la venta del libro se desplomó y los médicos especializados han retomado otros regímenes alimenticios para recomendar a sus pacientes.