24/Apr/2024
Editoriales

Los olores

Recientemente descubrí que no soy el único al que los olores le transportan al pasado. Un día encontré un suéter nuevo caído detrás de un ropero; pasó allí varios años pues        desde que lo compré había desaparecido, y al mover el mueble, apareció esa prenda. No era la primera vez que me sucedía algo así, pues como seguido cambio de talla, guardo la ropa de medidas obsoletas hasta que regreso a ellas, pero algunas prendas “se me pierden” para luego aparecer. El caso es que estrené el suéter, y al ponérmelo de inmediato su olor me regresó a la niñez; inexplicablemente olía como una tienda de dulces a la que mis padres me llevaban cuyo aroma me fascinaba. Recreé una escena donde entraba a esa tienda tomado de la mano de mi querida madre y ella compraba el rico dulce que yo apetecía.

Ese recuerdo estaba más escondido que el suéter y mágicamente apareció; es una lástima que en la primera lavada desapareciera el aroma. Luego investigué que el olfato es el sentido que se encuentra más cerca del hipocampo, una estructura cerebral responsable de la fijación de los recuerdos y que se conecta directamente con el sistema límbico, que constituye el centro emotivo del cerebro. Los demás sentidos tienen que recorrer un largo camino para llegar a los circuitos de la memoria y a los emocionales. La geografía del cerebro es la que hace que un olor familiar pueda despertar vívidos recuerdos antiguos, lo que podríamos llamar nostalgia; y todos tenemos esa facilidad.

A ello se debe también que los perfumes nos recuerden a las personas que los usaban. La historia del desarrollo de los sentidos dice, según algunos autores, que el olfato fue el primero en desarrollarse, pues servía al principio para detectar si un alimento estaba en condiciones para la ingesta. Hacía mancuerna en esta función con el sentido del gusto, que reconfirmaba el estado del bocado en cuestión. Desde luego que todos los sentidos son muy importantes, aunque el olfato es de los que menos hemos perfeccionado en los 200 mil años de existencia que se calcula tiene la humanidad, pues al estar ubicado en la nariz, lejos del suelo, dejó de utilizarse como sentido primordial de alerta, mientras otras especies lo siguen desarrollando por tener dependencia directa de él para su supervivencia y reproducción. Pero de que a nosotros nos funciona como si fuera una máquina del tiempo, eso se lo aseguro, obsérvese usted cómo reacciona ante los olores remotos en la historia de su vida.