28/Apr/2024
Editoriales

Trotsky conquistó a Frida, y le costó la vida

León Trotsky, cuyo nombre real fue Lev Davidovich Bronstein nacido en 1879 fue un ideólogo ruso – ucraniano descendiente de judíos, fue uno de los grandes teóricos políticos del siglo XX. Estudió derecho y fue preso por su activismo político contra el zarismo y, huyendo de una mazmorra en Siberia, si inscribió en el partido Bolchevique, fue elegido en 1905 presidente del Sóviet de Petrogrado y, junto con Lenin fue dirigente de la revolución proletaria más importante del mundo. Su principal mérito fue haber creado el Ejército Rojo con puros obreros revolucionarios que venció a 14 ejércitos extranjeros y al ejército blanco en la guerra civil. Pero al morir Lenin en 1924, a pesar de que previamente lo había señalado como su sucesaor, inició una lucha dura al interior del núcleo bolchevique entre Stalin –que era el secretario general del comité central del partido comunista- y este famoso intelectual y periodista Trotsky. 

Las diferencias teóricas, políticas y éticas entrambos fueron creciendo, por lo que cuando Stalin tomó el poder dictatorial, Trotsky fue expulsado del Partido en 1927 por lo que prefirió exiliarse y se vino a vivir al paraíso llamado México. Fue recibido y hospedado por Diego Rivera en la histórica Casa Azul, hasta 1939 cuando rompió con el gran muralista mexicano, debido a su breve pero intensa relación amorosa con Frida Kahlo, quien cayó a sus pies fascinada con su inteligencia y la admiración que sentía por este talento ruso. 

Trotsky se mudó a una casa del mismo barrio de Coyoacán, pues se había prendado de esa hermosa parte de nuestra Ciudad Capital, hasta donde un supuesto Jackes Monard, que se llamaba realmente Ramón Mercader -un agente soviético-, se le infiltró ayudado por una secretaria a quien previamente sedujo, diciéndose admirador de Trotsky y pidiendo ser su discípulo. Trotsky aceptó entrevistarlo en su casa, pero una vez a solas en su despacho, por la espalda el asesino le clavó una pica en la cabeza, muriendo un día después. Al funeral del político extranjero asistieron 300 mil personas, cifra enorme considerando que en esa década la ciudad tenía menos de dos millones de habitantes. El criminal recibió 20 años de prisión mientras que en Rusia hubo una fiesta enorme entre los millones de seguidores de Stalin, dejando en claro de qué lado mascaba la iguana.