03/May/2024
Editoriales

La corrupción venía en diligencia

En el siglo XIX, el germano - texano August Santleben tenía un negocio de diligencias, modo de transporte en coche para tres o cuatro personas tirado por equinos, que daba servicio de nuestra Ciudad a San Antonio en viajes de casi una semana, con recorridos de ochocientos kilómetros y les cobraba 75 dólares por persona.  

Desde luego que la diligencia llevaba también -no muy a la vista- productos como cítricos y pieles curtidas, y traía mercancías que siempre han sido del gusto de los regiomontanos, como son mantequilla, embutidos y lácteos en polvo. 

Esta línea de transporte operó sólo dos años, pues en 1869 hubo movimientos del personal aduanal y ‘eso afectó a nuestro negocio’ confesó el señor Santleben.

Luego ese modo de transporte vino a menos a partir de 1882 cuando llegó el ferrocarril, un golpe duro al comercio debido a que las vías férreas se extendieron a otras localidades y los pasajeros ya no se detenían en la Ciudad, disminuyendo las operaciones comerciales.

Los movimientos del personal de las aduanas obedecía a la instalación de una nueva administración del Contrarresguardo de 1870, un cuerpo policíaco creado para frenar el contrabando, modus vivendi de infinidad de nuevoleoneses.

El ‘sospechosismo’ dice que el cierre del negocio fue porque el señor Santleben tenía ‘arreglados’ a los agentes aduanales para que no revisaran sus diligencias, ni molestaran a sus pasajeros; y ahora Don August tendría que lidiar con nuevos funcionarios.

Es decir, la corrupción estaba durísima, y el contrabando era pan de todos los días.