En los años veinte del siglo pasado sucedieron cosas en nuestra Ciudad que repercutirían en el futuro inmediato. Algunas de ellas fueron producto de lo sucedido a nivel nacional, pero otras nacieron localmente y tuvieron eco en el país. Es difícil clasificar cuales fueron más trascendentes, acaso me atrevo a decir que fueron dos: la primera sucedió en 1921 que nació en Monterrey la primera estación de radio en América Latina, con las siglas TND (Tárnava Notre Dame) del ingeniero Constantino de Tárnava, quien era egresado de la Universidad de Notre Dame, Indiana. El ingeniero Tárnava hizo su primera transmisión de radio desde la sala de su casa que estaba en Padre Mier y Guerrero; después su estación de radio comenzó a identificarse con las siglas TND y después como CYD para, finalmente en 1929 registrarse como XEH, conocida como La Voz de Monterrey.
El otro evento muy importante fue la participación del general regiomontano Enrique Gorostieta Velarde como cabeza del movimiento militar de los llamados cristeros, fuerzas católicas que se enfrentaron con el Ejército Nacional en muchas de las entidades del país, en la Guerra Cristera que iniciara en 1926 y terminara en 1929, con la firma del convenio de paz. Este movimiento se dio en respuesta a la llamada “Ley Calles” considerada absolutamente anti clerical, porque el gobierno se arrogaba derechos en la materia religiosa que no fueron aceptados por la Iglesia. Al general Gorostieta lo contrataron profesionalmente los jefes de la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa, pero sobre la marcha se consolidó como el gran estratega militar, inteligente, valeroso e indomable de ese histórico movimiento armado.
En esa misma década, conocida como Los Fabulosos Veinte, nacieron en Monterrey instituciones del corte de la Escuela Femenil Pablo Livas; la American School Foundation, la Orquesta Sinfónica Beethoven, y el periódico El Sol, que actualmente continúan en funcionamiento, a excepción de la orquesta mencionada, que desapareció ante la falta de recursos económicos. Murieron gente de talla mayor como el maestro Serafín Peña, mientras en la cultura iniciaba su carrera literaria desde España Don Alfonso Reyes Ochoa, y en México la escultórica de Fidias Elizondo. En la política nacional brillaban los nombres de Aarón Sáenz, Moisés Sáenz Garza, Nemesio García Naranjo y Antonio I. Villarreal. No cabe duda, Nuevo León es tierra de grandes personajes, la mayoría de ellos no son famosos pero destacan en la producción y en el valor de enfrentar los retos del progreso.