Editoriales

Diciembre 28 de 1838: se firma en Madrid España, el Tratado Santa María – Calatrava, o Tratado definitivo de paz y amistad entre México y su majestad Católica Isabel II

Diciembre 28 de 1838: se firma en Madrid España, el Tratado Santa María – Calatrava, o Tratado definitivo de paz y amistad entre México y su majestad Católica Isabel II. Finalmente, tras diecisiete años de independencia real –avalada por el último virrey, Juan O’Donojú- de nuestro país del Imperio español, lapso en el que hubo intentos diplomáticos y militares de España por recuperar el dominio de lo que fue la Nueva España, y de las respuestas políticas y militares de México, la reina Isabel II termina aceptando nuestra independencia en forma oficial.

Este tratado consiste en ocho artículos y dos declaraciones, en donde España reconoce a México como un país libre e independiente, y al mismo tiempo se libera a España de todas las responsabilidades que contrajo por los trescientos años de dominio. Lo suscriben: Miguel Santamaría, ministro plenipotenciario de México y José María Calatrava, presidente del Consejo de Ministros de España, lo que le da a México no sólo la posesión, sino la propiedad de todos los territorios que constituyeron la Nueva España, incluyendo desde luego, los que diez años más tarde se los quedara a la fuerza Estados Unidos, que son la parte norte de nuestra nación.

Esta fecha tiene otras dos celebraciones como El Día de los Inocentes: la matanza bíblica de niños betlemitas varones menores de dos años de edad para acabar con el niño Jesús, ordenada por Herodes El Grande, celoso porque según la profecía de Miqueas, un nuevo rey de Israel surgiría de Belén – Efrata, el menor de los clanes de Judá (Miq 5:2), pues unos magos de Oriente (Melchor, Gaspar y Baltazar) fueron a Jerusalén buscando al nacido rey de los judíos. Jesús salvó su vida porque sus padres José y María huyeron a Egipto llevándolo consigo para evadir la matanza de inocentes. La segunda acepción es también del Día de los inocentes, pero en plan de broma, que consiste en mentir para engañar a quien lo permita, con el simple afán de reírse de la buena fe del creído. Esta festividad fue aceptada por la Iglesia Católica sin llegar a santificarla. Tal vez el origen sea la combinación del engaño que vivió Herodes pensando que había matado al niño Jesús, y una festividad pagana llamada “fiesta de locos” que se celebraba entre Navidad y Año nuevo.