27/Apr/2024
Editoriales

México, país de poetas

El novelista ruso Demeterio Merejkovsky tuvo la oportunidad de conocer al célebre ingeniero y escritor, Fiodor Dostoievski, autor de obras inmortales como Los hermanos Karamazov; Crimen y Castigo; El jugador y otras, quien ejercía gran influencia sobre los jóvenes poetas y novelistas de su tiempo.

Merejkovsky le pidió escuchar sus últimos poemas, así que el maestro Dostoievski, atento, se sentó y al término de la lectura le dijo: “Joven, primero sufra usted, y luego escriba sus poemas”.

Así que según esa premisa del gran escritor ruso, los mexicanos ya tenemos capacidad de escribir poemas, particularmente quienes vivimos los últimos años.

Hoy padecemos una tragedia encima de otra. No sabemos de qué vamos a morir -feliz circunstancia, si fuéramos un país en otras condiciones-, como víctimas de una violencia inimaginable por parte del crimen organizado, que impunemente es sólo observado por nuestras fuerzas militares; como víctimas de una Pandemia que cobraba 626 mil vidas humanas en enero de este año, según calcula la OMS;  o de enfermedades para las que nuestro sistema público de salud no tiene fármacos.

La inflación asfixia a la economía y hace polvo las pensiones de retiro y los ahorros de pequeños capitales que sirven de sustento a las clases medias bajas; las diversas formas de contaminación tienen su paraíso en nuestra nación; la impresionante sequía que comprende muchas regiones del país, va a terminar siendo una fuente de enfermedades gastro intestinales porque se está consumiendo las últimas reservas de agua de muchos embalses de líquido. 

Somos un país que no ha podido aceptar su diversidad, pues continúan las discriminaciones raciales, se tiene aún el concepto de que hay una raza superior que es la descendiente de los europeos que se consideraban puros. Abro paréntesis para recordar que los colonizadores degradaron al nivel de ‘criollos’ a sus propios hijos nacidos en nuestra tierra. Como los criollos se relacionaron con el indigenismo, fueron relegados de los principales puestos públicos y eclesiásticos.  

Luego vinieron los nacidos de la mezcla de europeos o criollos con indígenas a los que llamaban Mestizos. De ahí en adelante todo eran castas; si un español procreaba un hijo con mujer negra, al crío le decían mulato; la mezcla de mulata con un blanco, generaba un hijo morisco; después un español con una morisca, su descendiente era albino, y así por el estilo instituyeron diversas clases sociales, que no tenían los mismos derechos, a pesar de ser todos mexicanos.

Cierro paréntesis para apuntar que la proclividad a la discriminación, ya no se limita a las razas humanas, pues ahora hay elementos socio económicos, sexuales y académicos que nos convirtió en una nación que no acepta la diversidad, es decir, seguimos siendo un país con desigualdades enormes.

Y por si fuera poco, desde el gobierno se nos divide abiertamente por nuestras filiaciones políticas, se protege a los delincuentes, se nos dicen mentiras, e induce el sentido del voto. 

Así que suena razonable que aspiremos a ser poetas, pues cumplimos con el requisito principal de Dostoievski, que es el haber sufrido.