27/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Noviembre 10 de 1847: Toma la marina de guerra norteamericana el puerto de Mazatlán sin disparar una sola bala. En plena guerra de invasión, el general Scott ya gobernaba de facto en la Capital mexicana, haciendo demostraciones de poder con castigos como azotar públicamente a quienes osaban “agredir” con escándalos a los invasores.

Santa Anna acababa de entregar el mando del Ejército defensor al general Isidro Reyes. Al día siguiente, 11 de noviembre, sería electo el general Pedro María Anaya como presidente interino de México, y como desde el 20 de octubre anterior las naves norteamericanas habían hecho rendirse con un breve ataque al puerto de Guaymas entrando las naves Congress y Portsmouth a ocupar la plaza, el coronel Rafael Téllez que estaba al frente de las fuerzas mexicanas en Mazatlán mejor se retiró a Venadillo, y los invasores norteamericanos ocuparon tranquilamente el bello puerto de Mazatlán hasta el 17 de julio de 1848.

Qué triste es ver a una nación tan poderosa como la nuestra rendirse truncando una gloriosa historia forjada con sangre de muchos que lucharon por su independencia. Ese fue el resultado de la desunión de un pueblo, aunado a un gobierno como el de Santa Anna que parecía disfrutar dividiendo a los mexicanos. Lo grave es que este señor tenía muchos seguidores que festejaron once veces haberlo hecho presidente de México. No todo tiene la culpa nuestro vecino Estados Unidos, pues el poderoso país sólo aprovechó lo que se le ofrecía en bandeja de plata: una enorme nación poblada de gente molesta entre sí y con una clase política peleándose el poder sin importarle otra cosa que conquistarlo. ¿Aprenderíamos algo de nuestra historia?