Una mujer soñó que entraba a una tienda recién inaugurada cerca de su casa y, para su sorpresa, vio a Dios como despachador en el mostrador. _¿Qué vendes aquí? Le preguntó. Lo que tú desees, respondió Dios. A pesar de su azoro, la mujer pensó rápido y pidió lo mejor que una persona podría desear: deseo paz de espíritu, amor, felicidad, sabiduría y ausencia de todo temor. Y luego, tras un instante de vacilación, añadió: _y no sólo para mi, sino para todo el mundo.
En ese momento, el Ser Supremo, sonriendo, le dijo: _Creo que no me has comprendido, hija mía. Aquí no vendemos frutos, sólo las semillas.
Cuento tradicional islámico. Versión libre mía