01/May/2024
Editoriales

Pan y circo… y cultura francesa

Monterrey ha sido bocadillo apetitoso para los dos leones hambrientos que la han invadido. El primero, Estados Unidos, se quedó con la plaza y la gobernó ásperamente por casi dos años; y el segundo, Francia, hizo lo mismo, pero con modales elegantes, pues era un león culto y agradable que pretendía venderles la idea a los regiomontanos de aceptar por las buenas a Maximiliano I como su gobernante.  

Sabiendo que nuestra sociedad es proclive a los ambientes elegantes, con la “noble intención” mencionada, el comandante Armand Alexandre de Castagny, y el prefecto imperial de la Ciudad, Jesús Martínez Treviño, se abocaron a hermosear las plazas, a arborizarlas, ponerles bancas, y erigir Kioscos, aunque fueran provisionales, para celebrar espectáculos con música y cultura en general.

Esto parecía un oasis en el desierto, pues en todo México había guerra entre franceses y mexicanos, pero aquí se respiraba un ambiente festivo - cultural, que hasta hubo remodelaciones de algunos edificios para imprimirles un aire francés. Como ejemplo de lo que sucedía en la Ciudad, veamos el Acta de 22 de septiembre de 1864:

Sesion ordinaria del 22 de Setiembre de 1864. Presidencia del Sr. Prefecto Suplente. Abierta la sesion manifesto el Sr. Prefecto haber entrado á ejercer por seis dias que se le concedieron de licencia al Sr. Aguilar y Aprobada la acta del 12 del corriente mes se dió cuenta con lo siguiente…

Se mandaron á su carpeta respectiva 2 recibos de la Tesoreria municipal con valor de 8 pesos enterados en ella por licencia de maromas: uno con 10 por licencia de un concierto: dos con 15 por permiso de comedias: uno con 2 pesos 50 centavos por la licencia de un baile 32 con 99 pesos 50 centavos de multas impuestas por el Sr. Prefecto: dos con tres pesos 50 centavos de multas impuestos por el Sr. Alcalde 2o. y uno con 25 centavos de multa impuesta por el Sr. Jues de policia. Con lo que terminó la sesion á la cual no asistieron los Sres. Alcaldes y Regidores Garza Fonseca, Garza Don Fernando y Ayala. doy fé. Firmas.

Es claro que en 1864, apenas un mes después de que el presidente Juárez saliera de Monterrey, los franceses realizaban espectáculos de maromas, es decir, de teatro con acrobacias; más un concierto -seguramente musical; comedias que eran lo que luego se llamaron las tandas o carpas, y un baile popular. Estas actividades se realizaban en las plazas recién remodeladas, y rapidito la alta sociedad se afrancesó. 

Ellos pretendían convencer a la gente de que ser gobernados por los franceses era maravilloso, y que vivían en un imperio feliz. Claro que en un par de años cambió el rumbo de la guerra favoreciendo a los mexicanos, pero el tiempo que se vivió en el ensueño galo, marcó algunas de sus costumbres entre los regiomontanos.  

Idos los franceses se quedaron entre nosotros el acordeón y la música que se adecuó para que nacieran las polcas y las redovas. La participación activa de la sociedad en los eventos culturales creció mucho. Y se quedaron familias con apellidos franceses que pronto la sociedad metabolizó.