02/May/2024
Editoriales

Monterrey, primera Ciudad con Circo

Fue en Monterrey en donde hubo un Circo por primera vez en México. Las crónicas de la época relatan que desde 1808 había llegado a México el Real Circo Ecuestre, que traía el espectáculo del inglés Philip Lailson, pero nunca pudo obtener el permiso para cobrar las entradas. 

Pasaron 33 años para que el primer circo mexicano tuviera permiso de cobrar al público para ver el espectáculo, y fue en nuestra Ciudad en donde se otorgó dicha autorización.

Se le otorgó al primer payaso mexicano: José Soledad Aycardo, quien era un cirquero en serio, que pagó a la Presidencia Municipal de Monterrey cinco pesos para obtener el permiso de abrir El Circo Olímpico en nuestra Ciudad.

No se sabe exactamente en dónde se desplantó la carpa del circo, pero sí que se instaló y se cobraba la entrada, aunque no tuvo gran éxito. 

A partir de este debut, el Circo Olímpico inició una gira artística por varios estados del país, aunque la gente no reaccionaba como esperaba Aycardo, y el Circo Olímpico no fue el gran negocio que se esperaba. 

Fue hasta 1864 -en el Imperio de Maximiliano-, que el público se decidió a disfrutar las funciones de circo, estimulado porque llegó a México el Circo italiano de Guiseppe Chiarini que traía un gran espectáculo. 

Así que el negocio del circo comenzó a tomar forma y ya para terminar el siglo XIX se crearon varios circos en México como el de los Hermanos Suárez, el Circo Treviño, y en agosto de 1888 el gran Circo de los Hermanos Atayde que aún existe. 

En las funciones de circo, había payasos, contorsionistas, acróbatas y animales amaestrados, por lo que el Consejo de Salubridad decretó que los circos deberían establecerse fuera de las zonas habitacionales, pues los rugidos de los leones y demás ruidos de animales molestaban a los vecinos. 

Cómo cambian los tiempos, ahora en el siglo XXI hay una corriente creciente de personas que reclaman buen trato a los animales y exigen que no haya circos con espectáculos de animales. 

Es decir, ahora se defiende la tranquilidad de los animales y se considera un mal trato el cobrar por verlos actuar. 

Antes se defendía la tranquilidad de las personas respecto de las molestias causadas por el ruido de los animales.

De las corridas de toros, después hablamos.